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Ten se quedó en silencio, miró el perfil de Taeyong quien no se atrevía a mirarlo, sintió culpa y arrepentimiento después de analizar lo que había dicho, retiró su mano del regazo del castaño y las juntó frente a su boca mientras se regañaba mentalmente por no saber controlar su boca. Ten bufó. 

— En ese caso... — Ten movió su cuerpo para dar un pequeño beso en la mejilla del coreano antes de continuar. — no volvamos a vernos. — Ten se levantó lo más rápido que el dolor le permitió mientras Taeyong lo miraba sin moverse aún.

— No es que no quiera follarte, Ten. — aclaró — Simplemente no quiero tragar tu semen y su sabor sea cocaína, ¿lo entiendes, no?

— Claro que lo entiendo, Taeyong, no soy tonto — hizo otra pausa — tú eres el que no me entiende a mí. 

— Pareciera que lo fueras — habló basándose en las palabras del más bajo.

Ten no respondió, Taeyong vió como por tercera vez Ten perdía contra la gravedad y caía al suelo, esta vez con el cuerpo relajado y la mente inconsciente, se había desmayado. 



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Ten despertó a una luz cálida y cama cómoda, le dolía el cuerpo y su dolor de cabeza iba en aumento, no había comido nada y mucho menos consumido desde el día anterior, su alrededor daba vueltas, sintió miedo al no reconocer el lugar en el que estaba pero se sentía amarrado, su cuerpo no podía moverse, estaba agotado.
Escuchó como no muy lejos de él una puerta se abrió, giró su cabeza y vio a Taeyong entrar con una bandeja que sostenía un tazón y un vaso con agua. 

— Despertaste. — Dijo el rubio dejando la bandeja en la mesa de noche — preparé un poco de gachas de arroz, te sentirás mejor después de comer — Ten continuó sin hablar. — también hay una pastilla para el dolor corporal, tómala después de comer.

— ¿Dónde estoy? — fue lo primero que salió de los ahora pálidos labios. 

— En mi casa, bebé. — Taeyong acercó su mano a la cara del más bajo y éste buscó el calor de su mano empujando su rostro en ella. — te desmayaste, no sé donde vives y no sabía a donde más llevarte. — Ten asintió y se sentó como pudo, Taeyong comenzó a alimentarlo. 

— Taeyong...— Ten habló — creo que ya notaste que ciertamente no me da vergüenza decirlo — el rubio se notó confundido ante las palabras del más bajo, guió otra cucharada de comida a la boca del castaño, se quedó en silencio esperando a que hablara — Necesito algo, ya sea alcohol, drogas, cigarrillo, cualquier cosa. Me voy a volver loco. 

Después de escuchar atentamente las palabras de Ten, Taeyong lo entendió, miró las manos de Ten que descansaban en su regazo y vió como temblaban, sus ojos se veían frenéticos, sus piernas no se quedaban quietas y su respiración comenzaba a ser irregular. 

Taeyong no dijo nada, continúo dándole comida al menor. Ten cada tanto hablaba pidiéndo con más insistencia que lo dejara ir, Taeyong se negaba. 

Taeyong nunca había tratado con alguien en las condiciones de Ten, su racionalidad le decía que dejara ir al chico, que lo dejara vivir la corta vida que le esperaba si continuaba su vida llena de libertinaje; pero el corazón y el egoísmo de Taeyong se lo impedían, quería al chico solo para él, un chico sano, desde el momento en que lo vió, algo dentro de él le decía que el chico lo necesitaba, no quería dejar ir esas perlas que brillaban en los ojos del tailandés cada que escaseaba la luz, su colonia dulce, suave como pequeñas olas en el mar, Taeyong quería ayudarlo, quería más de él. 

Recibió un empujón por parte de Ten, el más bajo habló. 

—Mañana debo ir a trabajar. — miró el reloj de mesa que marcaban las 10:43pm — debo ir a sacar mis cosas, debo irme — habló frenético. — debo irme. 

Taeyong lo miró confundido pocos segundos antes de recordar que Ten debía desalojar el lugar donde vivía. 

— Puedo llevarte — se ofreció y Ten negó, volvió a repetir un "Debo irme" y con una movilidad bastante lenta se levantó de la cama y buscó sus zapatos, Taeyong solo lo miró, vió como los músculos de sus piernas se flexionaban cuando se agachó para poner sus zapatos, escuchó como se quejó de dolor pero se quedó en su lugar, su trasero sobresalió y Taeyong no apartó su mirada hasta que Ten volvió a levantarse. — Voy a llevarte — insintió. Ten volvió a negar. 

Sin importar las negaciones del menor, el rubio se levantó y buscó las llaves de su auto, se escucharon las quejas de Ten pero ninguno dijo nada más. 

En el auto Ten le dió las indicaciones a Taeyong para llegar a donde vivía, todo estuvo en silencio, Ten seguía inquieto, se veía ansioso, sus manos y cuerpo no podían quedarse quietos, parecía como si estuviera entrando en demencia. 

Al llegar a unos callejones bastante oscuros y llenos de basura Taeyong se preguntó si Ten le había dado la dirección correcta, miró al castaño y éste le dijo que se detuviera, así lo hizo. Ten se bajó del auto y salió corriendo a una de las feas y desgastadas puertas que habían en el callejón , Taeyong se bajó del auto, aseguró las puertas y ventanas y entró por la puerta que el tailandés había dejado abierta.

El lugar era un total desastre, era un lugar muy pequeño, sin suficiente luz, un pequeño colchón sucio en una esquina, basura por todas partes,  una estufa alámbrica que parecía tener años sin usar en el suelo, basura de comidas y demás cosas tiradas, el Tailandés vivía en un basurero. 

Taeyong vió como Ten estaba arrodillado frente a una pequeña silla, estaba de espaldas a él, sus manos temblaban moviéndose de aquí para allá, Taeyong se acercó lentamente a él, vió como en una pequeña tabla Ten separaba con una tarjeta de regalo tres líneas de cocaína, no habló, solo miró. 

Ten tomó una pajilla aparentemente recortada, después de acomodarla al inicio de la primera línea la succionó por su nariz, no hizo ruido, continuó con la segunda línea y así terminó con la tercera. 
Suspiró y se arrastró hasta la pared llena de moho que estaba a su lado, miró a Taeyong quien por la poca luz no podía distinguir si el negro de sus eran sus pupilas dilatadas por la droga, o era solamente su vacío, ésto era Ten. 

Desorden, caos, confusión, el chico era un completo saco vacío.

Taeyong se quedó de pie mirando a Ten por varios segundos sin saber que hacer, se arrodilló frente al chico sentado en el suelo, trataba de regular su respiración mirándo a Taeyong quien acercó sus labios a la frente de Ten dejando beso húmedo allí. 

—Vamos a casa. — fue lo único que dijo antes de cargar al pequeño cuerpo drogado en sus brazos y subir a su auto. 


 

𝑀𝑦 𝑚𝑢𝑠𝑒 - 𝑡𝑎𝑒𝑡𝑒𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora