Prólogo

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- No lo haré - El jóven príncipe acomodó su traje mientras miraba a su madre con desprecio - No conviviré con la familia Na, no me interesa la estúpida relación que quieran establecer con ellos, haganlo ustedes, yo paso.

- No me importa, Lee Jeno, eres un príncipe y debes comportarte como tal, no estás en la escuela para escoger a tus amiguitos, mañana vendrán aquí y tú serás todo un caballero, o mandaré a encerrar a Nimbus.

- Es mi caballo, Nimbus se queda.

- Y este es mi reino, así que más te vale comportarte.

Jeno era odioso, antipático y muy, muy rebelde, si fuera por él, sería cualquier otra cosa menos un príncipe, su vida llena de horarios y actividades predeterminadas a las que nunca podía negarse le resultaban un completo fastidio.

- Su reino - Dijo para sí mismo mientras atravesaba el jardín, dirigiendose a los establos - Pronto será mío - Paró en el cubículo de Nimbus, su amado caballo, su amigo y compañero de aventuras desde que tenía 15 años.

- Vamos Nimbus, ganar una carrera es lo que necesito para relajarme justo ahora - Sacó al animal de su cabina y, luego de colocarle cuidadosamente la montura, tiró el chaleco de su propio traje en la paja y comenzó a cabalgar fuera del palacio.

No duró mucho en llegar al hipódromo, Jeno era ciertamente conocido, todos sabían que el príncipe de Inglaterra era una bestia en las carreras de caballo o cualquier cosa que tuviera que ver con equitación, le apasionaba abiertamente este deporte y además de verlo como eso, lo consideraba una parte importante de su vida, él amaba montar a caballo.

- ¡Todos los corredores al arrancadero! - Anunció el animador. El príncipe iba abrochándose un casco de montar que le quitó a quien sabe quien en los camerinos mientras su córcel caminaba hacia la línea de salida en los cubículos.

El aleteo en su corazón era incontrolable, la energía que de pronto comenzaba a fluir por todo su ser lo enloquecía, Jeno jamás dejaría de sentir esta emoción y eso le fascinaba, siempre podía escapar de lo que quisiera con su caballo y compitiendo.

- Buena suerte, Su Alteza - Una voz lo distrajo de la película que se estaba armando en la cabeza.

- No necesito suerte - Dijo sin ni siquiera voltear a verle - Tú sí - Sonrió terminando de abrochar el casco y asegurándose que todo estuviera en orden.

- Es un honor para mí competir con la realeza - Dijo el muchacho, acomodando también a su caballo y a sí mismo.

- Para mí será un honor verte perder - Jeno siguió sin verlo, su vista fija al frente después de escuchar al animador pedir que estuvieran en posición de salida.

La bocina sonó y todos los corredores, incluidos Jeno y el misterioso chico salieron disparados.

Jeno iba a la cabeza, como siempre, su córcel iba más que bien dirigido por él y el choque de energía que comenzaba a ascender dentro de su cuerpo lo estaba volviendo loco, su sonrisa era radiante, y bueno, era, porque se borró casi al instante cuando una rafaga de aire provocada por otro caballo le movió todos los sentidos, ¿Quién carajos lo había pasado y como?

Entonces, mientras aceleraba el paso, lo vio, justo en el casco perfectamente pulido de aquel chico que le había hablado, lo vio, un nombre en letra cursiva y dorada prolijamente pintada.

"Na Jaemin"

El nombre de su nueva peor pesadilla.

Honor - Nomin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora