Capítulo 2

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Quedarse de brazos cruzados no era una opción, Jeno NO iba a casarse con esa mujer e iba a hacer lo que fuera para hacer su voluntad.

¿Qué le costaba a su familia darle un poco de libertad? Despertar a la hora que quisiera, poder dedicar más tiempo al deporte que le gustaba, tener amigos de verdad y no sólo amistades forzadas porque sólo se relacionaba con miembros de la realeza, elegir con quien casarse y a quien amar. . .

Jeno sólo quería ser libre, aunque fuera por un día.

Había caído la noche del segundo día de los Na alojándose en su palacio, estuvo las últimas 19 horas metido en su cuarto, sin hablar con nadie, sumergido en la cólera y frustración que sentía, sorprendentemente sus padres le habían dado espacio, ni siquiera Jisung se había asomado a la puerta de su cuarto a molestarlo.

La luna se veía increíble desde su habitación, tenía un enorme ventanal que no estaba cubierto por alguna cortina, y eso porque a veces, la luz caliente del sol directa a la cara de Jeno era lo único que lo despertaba.

Miró su reflejo en el espejo, puso la mano en la mejilla que Jaemin había golpeado ayer y que ahora dejaba ver un feo moretón que era más notorio por su piel casi pálida, maldijo para sus adentros y continuó detallándose.

Había cambiado tanto, aún recordaba cuando era un niño y estaba conociendo este mismo espejo por primera vez, su cabello antes castaño cayendo por su frente por lo largo que era, sus pequeñas manos curiosas por tocar todo lo que había en su nuevo cuarto, y sus tiernos ojos color miel que ahora, podía jurar que un poco más oscuros, reflejaban dolor y mucho estrés.

Crecer era una mierda.

Salió cuidadosamente de su cuarto, procurando no hacer ningún ruido, bajó las escaleras con lentitud, caminando a las afueras del castillo, a los establos, donde estaba su amado Nimbus emocionado de ver por primera vez en ese día a su querido amo.

- Sé que es algo tarde para ti, pero, creo que realmente necesito despejarme - Sacó al caballo de su cubículo y, luego de equiparlo ágilmente, subió sobre él y a paso lento se dirigió a las puertas de la calahorra.

Una vez fuera, avanzó velozmente por la verde pradera, siguiendo el sendero, la brisa movía su cabello azul que la luna se encargaba de iluminar más de lo que el mismo sol podía hacerlo.

Sentía como si una sobrecarga eufórica había sido inyectada directo a sus venas, mejor que el alcohol o cualquier sustancia estupefaciente que existe, la adrenalina no se comparaba a nada que Jeno hubiese probado antes.

Iba concentrado en el camino, en lo que sus ojos veían, sus oídos escuchaban, en lo que su nariz olía y en lo que todo su tacto experimentaba, sus sentidos se prendían al máximo, la noche hacía que gozara de más la experiencia que le brindaba montar a caballo.

Una ráfaga de viento más brusca que las otras, sobresaltó al muchacho quien, al bajar la velocidad, fue superado por otro caballista, uno de cabellera rubia, uno que Jeno ya conocía.

Na Jaemin volteó a verlo, dedicándole la misma sonrisa que le mostró cuando lo anunciaron como el nuevo ganador, una sonrisa con motivos de perturbar la poca paz que Jeno podía tener en ese momento.

Detuvo a Nimbus, y Jaemin, al no escuchar más el galope de otro caballo, detuvo también al suyo.

- ¿Qué quieres? - Pronunció el príncipe Lee de forma cortante.

- Las siete de la noche no es una buena hora para cabalgar, el camino es oscuro y peligroso, así que estoy aquí para cuidarle, su alteza.

- Pues no necesito que nadie me cuide, si así fuera, hubiese escoltado un guardia conmigo, ¿No lo crees? Además, no tengo muchas ganas de convivir contigo justo ahora, así que te agradecería más si desaparecieras de mi vista - Jeno ya estaba fastidiado, este muchacho estaba arruinando su momento de escapar de la realidad aunque fuera por unos minutos, estaba teniendo demasiada paciencia y eso que era de lo que menos poseía en ese momento.

Honor - Nomin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora