09

1.2K 103 6
                                    

HYUNJIN.

Sale del dormitorio y lo veo inmediatamente, porque llevo veinte minutos mirando la puerta, esperando. Esperándolo. Intentando respirar sin él, el tiempo suficiente para que se duche y se ponga algo de ropa. No va bien. Cada vez que no está entre mis brazos, cada segundo que no me consume, solo puedo pensar en perderlo. En cómo las mentiras que dije a mis compañeros de equipo van a volver a perseguirme. Es solo cuestión de tiempo. Después del campeonato de esta noche, tengo que confesar. Tengo que aclarar a todos y cada uno de ellos que no estoy saliendo con Felix por mi imagen. Estoy con él porque es mi puta vida.

Ahora que he pasado los dos últimos días dándole mi polla, las partes más agudas de mis celos se han ido. Es mío. Es mío. Se lo he hecho decir mil veces. Y sé que pasaré el resto de mi vida estrangulado por la posesividad hacia él, pero ahora mismo, en este momento, esa fea emoción está en reposo. Solo existe el amor y la paz con que él me bendice.

La lujuria también está ahí.

Oh Cristo, siempre está ahí.

Nunca desaparece.

Lo he follado en la ducha, en el sofá, en el suelo, en la mesa de la cocina, en mi cama y varias veces contra la pared, pero cada vez que me corro dentro de él, solo tengo más hambre. Lo quiero otra vez, otra vez, otra vez. Incluso ahora, cuando tenemos cinco minutos antes de tener que salir al campus, me planteo doblarlo con esa faldita de mezclilla, medias y zapatos de tacón. También recibirá mi polla con ganas, ¿no? Está tan jodidamente cachondo que me encuentro montado en medio de la noche, con su coño arrastrándose hacia arriba y hacia abajo de mi polla hinchada, esos pequeños gemidos destrozándome el pecho, endureciéndome hasta convertirme en acero.

Me levanto del sofá y avanzo hacia él, viendo cómo el negro de sus pupilas se ensancha. —¿Vas a llevar falda a mi partido?

Asiente. —Y medias. 

—Medias.— repito, agarrando mi polla a través de mis pantalones cortos. —¿No te llegan hasta el coño?

—No.— Sus rodillas se juntan lentamente. —Casi.

Lo empujo contra la pared, ya con la compostura perdida. —¿Qué significa 'casi'?

Su respuesta no es lo suficientemente rápida, así que le subo la falda hasta las caderas y... Jesús. Mi polla está completamente dura ahora. Tiene puestas unas medias que se detienen a cinco centímetros de las bragas, dejando desnudas partes lisas de sus muslos, salvo las marcas de mordiscos que le he hecho.

Paso una mano por mi boca abierta. —¿Crees que podré concentrarme en el campo contigo en las gradas vestido como un provocador de pollas?

—Llevo las medias para mantenerme abrigado.

—Ve a ponerte los pantalones, por favor.

—Me has arrancado los botones del último par.— susurra.

Joder. Me tiene. Tengo que llevarlo de compras pronto. Sigo queriendo llevarlo al centro comercial para que se compre ropa interior, ropa y zapatos nuevos, pero, a pesar de mis mejores intenciones, él acaba siempre de espaldas debajo de mí, con el sudor cubriendo nuestros cuerpos.

Antes de que pueda disculparme con él por ser un mal novio, llaman a mi puerta.

Es el coordinador ofensivo, que ha venido a llevarme al partido. Lo lleva haciendo desde mi primer año, sin querer dejar mi llegada al campo al azar. Hay voces en el pasillo. Todo un equipo de ellas. Un entrenador para asegurarse de que esté en plena forma, probablemente preparándose para ponerme una inyección de B12. El entrenador de mariscales de campo. Los administradores de la escuela que quieren el derecho de presumir diciendo que viajaron conmigo al juego.

𝗍𝗎𝗍𝗈𝗋𝗂𝗇𝗀 𝗍𝗁𝖾 𝖽𝖾𝗅𝗂𝗇𝗊𝗎𝖾𝗇𝗍 - 𝗁𝗒𝗎𝗇𝗅𝗂𝗑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora