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A la mañana siguiente...
Mientras me terminaba de poner las zapatillas y me peinaba un poco, un mensaje de Carla llegó a mi móvil:
Carla 💗
Estas ya? guapa
Si, ya bajo
Okeyyyy
Habíamos quedado a las 10 de la mañana para desayunar en una cafetería muy cerca de casa, y luego teníamos pensado ir ha hacer la compra para esta semana. Cuando llegamos a la cafetería pedimos unos cafés con leche, y para comer, Carla pidió unas tostadas con tomate y yo un croissant, que estaba riquísimo todo, y sin duda volvería a ir, después cogimos nuestras cosas y fuimos con el coche de Carla hasta Mercadona, yo me ofrecí para conducir pero Carla se negó y me dijo que no hacía falta. Aparcamos y subimos por las escaleras hasta la primera planta, compramos algunas cosas para la semana, cuando nos montamos en el coche Carla me propuso ir al Centro Oeste, que es un centro comercial que no nos pilla muy lejos de dónde estábamos. Al llegar el parking estaba lleno y no había hueco para aparcar, dimos muchas vueltas pero nada.
—Vete yendo tú, y miras alguna tienda mientras si quieres, yo voy a ver si encuentro sitio— me dijo. Carla mientras paraba en la puerta del Centro Oeste.
—No te preocupes, yo te espero.
—No, tranquila de verdad, si es que para aparcar aquí... Ve tú y así te vas mirando algo.
—¿Seguro?—ella asintió— Bueno vale, cuándo estés me avisas.
Salí del coche y me dirigí a ver alguna tienda y a explotar por el centro comercial, ya que nunca había estado aquí.
Miré una camiseta muy bonita y que estaba rebajada de precio, por lo que me la compré y me la puse en un baño de fuera ya que la que llevaba puesta antes estaba un poco vieja.
Estuve dando una vuelta más por el centro comercial y seguí andando por allí, cuando de repente alguien de chocó conmigo y derramó su bebida sobre mi camiseta nueva.
Miré hacia arriba, ya que era más alto que yo y no podía ser verdad. Era Rodrigo, sí, el mismo, Rodrigo Riquelme.
—Joder—murmuré cabreada.
—Ehh, perdona, no te había visto.
—Ya, me he dado cuenta— dije un poco molesta.
—No lo he hecho a propósito, y ya te he pedido perdón, no hace falta que me hables así— se defendió él en un tono bastante borde.