𝗶 ━━ el rojo entre lo negro

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CAPÍTULO UNO

Eran pocas las personas que conocían al pueblo de San Ángel. Los viajeros simplemente lo pasaban por alto o pasaban a comprar comida sin tan siquiera preguntar el nombre de la tierra sobre la que estaban parados.

Los habitantes de San Ángel veían a las personas llegar a e irse casi todo el tiempo. Aún así, vivían una vida que realmente no tenía comparación.

En ese momento, el bullicio de la gente en el centro del pueblo era algo normal de escuchar. Realmente a uno le aterraría cuando las calles estuvieran sumidas en el silencio.

Era día de mercado, por lo que varias personas iban de un puesto a otro comprando comida para la semana.

Los niños del orfanato corrían de un lado a otro con bolsas en sus manos, ayudando a cargarlas ya sea vacías o medio llenas.

Beatrice se mantenía al lado de una de las monjas, jugando con las bolsas que traía entre sus manos mientras observaba a las personas a su alrededor.

Sonrió para nadie en particular, tarareando una canción inventada mientras se ponía de puntitas para ver lo que el puesta frente a ella vendía.

Sus ojos brillaron al ver una enorme paleta de caramelo justo frente a sus ojos. Como si se hubiera tratado del destino.

Tomó el largo vestido negro de la hermana mayor de la iglesia, jalando un poco para llamar su atención.

Ella volteó de reojo con confusión en su rostro, soltó un suspiro al ver la sonrisa en el rostro de la menor.

──¿Qué pasó, Beatrice? ──pregunta formando una sonrisa en su rostro.

──¿Me puedes comprar una paleta de caramelo? ──habla con voz esperanzada.

Beatrice hace una mueca cuando la monja niega con la cabeza.

──Sabes que no puedo hacer eso. Tendría que comprarle una paleta a el resto de tus hermanos y hermanas y el dinero no es suficiente. ──Beatrice asiente comprendiendo las palabras de la mayor.

La pelirroja bufa por lo bajo cuando la monja regresa a la plática con el señor que atendía aquel puesto. Observa al resto de los niños repartidos por el resto de la plaza en grupos de cinco.

Algunas personas los saludaban con ternura.

A lo lejos, una pareja de amigos había parado su juego para observar a la pelirroja gracias a la petición de uno de los dos.

Uno de ellos la observaba con curiosidad, mientras el otro pateaba las piedras que estaban debajo de él.

El segundo suelta un sonido de aburrimiento, volteando a ver a su amigo con desesperación.

──No entiendo que tanto le vez a esa niña. ──se queja sacudiendo el cuerpo de su amigo para hacerlo reaccionar──. Solamente tiene el cabello de color rojo.

──¡Lo sé! ¿Pero no te parece curioso? ──pregunta con un brillo en sus ojos──. ¡Ve a tu alrededor! Es muy llamativo su cabello.

Joaquín se tomó unos segundos para ver las cabezas de las personas de la plaza. Tenía cierta razón, en un mundo de cabeza pelinegras había una cabeza pelirroja.

Entrecerró los ojos con desconfianza, moviendo el cuerpo de su amigo nuevamente para sacarlo de su propia nube.

──Todavía tenemos que comprar las cosas que nos encargó tu mamá.

Manolo abre los ojos con angustia, soltando un gritito al recordar el porque estaban ahí. Corrió hacía el siguiente puesto, arrastrando a Joaquín consigo para apresurar el paso.

❛ soul love ❜                                                     Manolo SánchezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora