𝗶𝗶 ━━ dos de noviembre

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CAPÍTULO DOS

Para los habitantes de San Ángel, las festividades mexicanas eran los más importante para muchos de ellos. Realmente se esforzaban para conmemorar estos gloriosos días.

Aunque el día que era de más agrado para la mayoría de ellos era el dos de noviembre, así es, el día de muertos.

La noche del primero de noviembre parecía simplemente no tener fin. Todo el pueblo se encontraba reunido en el cementerio del lugar.

Las lapidas de piedra eran adornadas por flores de cempasúchil. Enfrente de estás, cada familiar ponía una pequeña ofrenda a su difunto, dando un colorido toque con el papel picado.

Velas y risas de la gente creaban un ambiente cálido en un lugar que se supone debería estar lleno de tristeza.

Las personas bailaban entre las tumbas del cementerio. Los más pequeños se perseguían entre risas y otros juegos. Y a pesar de que algunos lloraban por sus seres queridos, estaban acompañados por la familia que seguía con ellos.

Beatrice estaba entre los infantes que corrían. Riendo sin descanso mientras perseguía o huía de otros niños del orfanato y de familia.

La pelirroja paró por un momento, inhalando varias veces para recuperar el aire perdido.

Observó de reojo a los dos amigos a pocos metros separados de ella. Ambos jugaban con unas cuantas canicas, demasiado centrados en el juego como para notar su presencia.

Bea se levantó del suelo y caminó hacia ellos, llevando su vista hacia el juego de ambos.

Una sonrisa de curiosidad se asomó en su rostro.

Joaquín alzó la cabeza al ver un par de zapatos rosados en su campo de visión. Él estaba acostado en el suelo para saber a dónde lanzar su próxima canica, por lo que alzó la vista confundido.

Se volteó hacia Manolo, arrugando la nariz al ver como este ya estaba viendo a la pelirroja.

Beatrice sonríe hacia ambos──. Hola. ──saluda con amabilidad──. Soy Beatrice.

──Lo sabemos. ──habla Manolo con entusiasmo en su tono de voz──. N-no es que estemos escuchando cosas... Pero la mayoría del pueblo sabe tu nombre... Como... ¡Todos sabemos el nombre del otro!

La pelirroja suelta una risa ante los balbuceos del pelinegro. Mondragón rueda los ojos soltando un suspiro por lo baio ante lo torpe que se ponía su mejor amigo.

──Soy Joaquín.

──Gracias. ──murmura Manolo bajando la mirada apenado.

──Él es Manolo.

Al igual que ellos, Beatrice ya sabía a la perfección de quienes se trataban. ¿Cómo no conocer al hijo del capitán Mondragón?

Y para la mala suerte, Beatrice se enteró del nombre de Manolo gracias a que no hace mucho, se había llevado a cabo el velorio de Carmen, la madre del pequeño.

──Mucho gusto. ──saluda ella soltando una risa──. ¿Quieren jugar?

Señala con la mirada a el resto de los niños, quienes continuaban corriendo no tan lejos de ellos.

──¿Jugar? ──pregunta Joaquín haciendo una mueca──. Ummm, no estoy-

──Nos encantaría. ──interrumpe Manolo dándole un codazo al contrario──. ¿Verdad, Joaquín?

El Sánchez observó al nombrado con ojos suplicantes. Éste apenas e hizo un muy ligero movimiento de cabeza, terminando por asentir con la cabeza.

Los ojos de la femenina brillaron de emoción. Sin esperar ni un solo segundo más jaló a ambos de las manos hacia el resto de los niños.

❛ soul love ❜                                                     Manolo SánchezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora