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Esa realidad no era algo que Saerys hubiera deseado para su vida, sabía que en algún momento debía casarse, pero no esperaba que su boda estuviera llena de tantas lágrimas, ver a su sobrina luchar por contener las lágrimas era difícil, pero más ver a Daemon, el hermano que durante años la había criado y protegido, de quién nunca espero ser traicionada. El principe siempre había sido merecedor de llevar el apodo de "príncipe canalla", pero Saerys nunca espero que fuera capaz de entregarla a Viserys.

"Daemon te cuida a ti como a otra de sus hijas, eres su niña, Saerys"

Las palabras de Laena resonaban en su mente, siempre la "Niña de Daemon", pues ahora hubiera dado cualquier cosa por no serlo. La ceremonia de boda había sido pomposa, pero por lo que había escuchado, lo fue más que el matrimonio de Alicent con Viserys en su época. Y la consumación de las nupcias... Fue sosa.

Saerys no había esperado a un hombre romántico o apasionado en la cama, pero tampoco espero que Viserys fuera tan rutinario, había empujado su hombría dentro de ella con bastante cuidado al menos, no le dolió, luego de eso, algunas embestidas que hacían que su cuerpo se moviera hacia arriba, unos cuantos empujones y besos después, el rey acariciando sus pechos, pero nada más allá de eso, una vez Viserys se corrió en su interior, el trabajo había terminado. Y aunque Saerys nunca había intimado con otro hombre antes, algo le decía que no debería haber quedado tan insatisfecha.
La única cosa que le dió gusto fue al salir, ver a Alicent Hightower echando humor como un animal rabioso fue un deleite que se dió. Y su nueva posición en la corte, era algo ventajosa; sin embargo, era demasiado molesto tener que permanecer todo el tiempo al lado de Viserys, la mayoría de sus conversaciones eran rutinarias.
Estaba casada con el hombre más poderoso y aburrido de todo Westeros, pero al menos no con el mas cruel. Sabía que existían doncellas con peor suerte que eran casadas con hombres mayores y adinerados que en muchas ocasiones llegaban a ser violentos con ellas.

— ¿Entonces como fue en realidad tu noche de bodas?— Rhaenyra le pregunto, en uno de los momentos en los que finalmente podían estar solas paseando por los jardines.

— Una dama de la corte no debería hablar sobre ello — Saerys le responde, luego le da una sonrisa—, pero yo no soy una. Soy la reina, así que... Solamente digamos que no pasó nada que destacará. Fue bastante... Simple.

Rhaenyra comprendió que probablemente su tía no se encontraba feliz con eso, pero tampoco parecía perturbada, así que no había sido la peor experiencia del mundo, más nadie diría que su padre era un gallardo semental. La heredera no pudo evitar dar una risa debido al comentario, contagiosa, al punto en que Saerys se la devolvió.

— ¿Hubo algo bueno?

— Otto y su hija no dejaban de mirarme como perros rabiosos — Saerys respondió con cierto humor antes de detenerse —. He hablado con Viserys sobre la línea de sucesión, y le he solicitado que te afirme como su heredera y que los otros señores juren lealtad hacia ti.

— Es un lindo detalle, ¿Pero que pasará si alguno se opone?— Rhaenyra pregunta a su madrastra.

— No es algo de lo que debas preocuparte, mi pequeña dragona — Saerys le responde, la mayor de ambas mujeres le dió un gesto cariñoso a Rhaenyra acariciando la punta de su nariz, como si se tratara de una niña pequeña. La princesa de Roca dragón no pudo evitar comparar ese gesto con las caricias que su madre le daba de niña —. Esa es la sonrisa que me gusta ver.

— Te prometo que cuando sea reina, las cosas serán diferentes — Rhaenyra le menciona a su madrastra, una promesa. Diferente, las próximas mujeres de su familia no tendrían porque sufrir, si es que Rhaenyra podía hacer algo al respecto.

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⏰ Última actualización: Sep 16 ⏰

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𝐅𝐔𝐄𝐆𝐎 𝐘 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐄𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora