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— ¡¿Ser concubina del emperador?! — Bramó con indignación Jiae.

Recién habían leído el pergamino destinado a su padre, Jiae estaba indignada por la propuesta dada por la corte del imperio. Ser concubina era algo digno de ser en la mente de sus pocas conocidas del pueblo donde vivían, pero para ella ser una concubina era algo poco digno, ella había entrenado toda su vida para ser digna de un puesto similar al de su padre, ¡¿pero una concubina?!

— Me niego.

Se levantó de la mesa. Estaban cenando con su madre y su hermano cuando su padre decidió leer dicho pergamino. Estaba indignada.

— Jiae, no solo te irás tú. Jimin irá contigo, además es un beneficio para la familia que vayas — Su madre le recriminó. — Tal vez te conviertas en la futura emperatriz del imperio.

— ¿Y eso qué? No sé qué tipo de persona sea el emperador, ni él sabe quién soy yo como para querer desposarme.

— Jiae, no vayas. — Contestó Jimin. — Mamá tiene un poco de razón, pero si eso no te hace feliz, no vayas.

Jimin siempre fue alguien sensato y amaba a su hermana, en este tipo de situaciones siempre estaba a favor del querer y no del deber. Además, él tampoco estaba convencido de querer ir con su hermana a la ciudad, al palacio imperial. No quería dejar solos a sus padres, a pesar de todo su madre solo estaba pensando en el futuro de su hermana, en su bien, pero tal vez no de la forma correcta, no como quisiera transmitirlo.

— Pero-

— Es decisión de Jiae y Jimin si quieren ir a la ciudad, cariño. — Su padre calló a su madre con una respuesta coherente.

Jimin y Jiae se miraron entre sí, y dijeron: — Lo decidiremos mañana.

Ambos hermanos besaron a sus padres en la mejilla y se fueron a la habitación que compartían cuando necesitaban en el apoyo de otro. Cada uno tenía su propia habitación, pero sus padres también entendían que sus hijos a veces necesitaban su apoyo mutuo por lo que habilitaron una habitación que compartían cuando lo necesitaban.

— ¿Qué piensas hacer? — Empezó Jimin acomodando su cama en el suelo de madera. La casa que había comprado su padre para ellos, era una casa estilo Hanok.

— La verdad pregunta es: ¿Qué pensamos hacer? — Corrigió su hermana.

— La idea no me desagrada por completo, hermana.

— Pero a mí, sí. — Ella se encontraba sentada en su cama con las manos en su rostro en señal de preocupación. — Jimin, ¿Qué debería hacer? Esta situación me está matando. Quiera o no, vendrán por mí mañana.

— Jiae, cálmate un poco. Entre los dos, sé que no quieres ir, pero ¿Qué opciones tenemos? — Jimin bufó en modo de molestia. La situación no se podría poner mejor.

— Iré.

Jimin miró a su hermana decidida. Su repentino cambio de postura lo hizo dudar de la decisión tomada brevemente.

— Jiae, ¿Estás segura? — La miró con preocupación, pensaba que su hermana solo lo dijo por presión.

— Iré — Repitió—, solo si vas conmigo.

Y Jimin no dudo más, asintió con ánimos de aprobación y su hermana le sonrió de regreso. Ambos decidieron irse a dormir.

Realmente, Jimin no sabía que sucedía en la mente de su gemela, estaba dudoso de la decisión aún pero quería confiar en su instinto de gemelo. En ese momento no pudo descansar como se debería, tenía un breve presentimiento, no sabía que tan malo o bueno seria. Dudaba.

La concubina del Emperador Min | YoonMin ; 윤민Donde viven las historias. Descúbrelo ahora