CAPÍTULO 4

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Me levanto de la cama, ya sin estar a ras de suelo. Ayer por fin llegaron el resto de los muebles que pedí para mi habitación. Pero no me levanto por el sonido de los pájaros ni nada raro, sino por las risas de Grace y lo que parece una voz masculina, Thomas. Por lo que me pongo una camiseta y unos pantalones antes de salir. Lo único que no me gusta de no vivir sola es no poder salir en ropa interior o desnuda por la casa, obviamente con las cortinas puestas.

Me levanto de la cama y miro los muebles que me quedan por montar, básicamente todo menos la cama y la alfombra, que tampoco había mucho trabajo. Abro la puerta y los oigo hablar, hago mis cosas en el baño y voy hacia la cocina. Están sentados en el salón, Grace con las piernas encima de las de él.

— Buenos días. — saludo mientras paso por su lado.

Grace baja rápidamente las piernas del regazo de Thomas, como si no los hubiera oído besarse y hacer otras cosas durante toda la semana, y como si no hubiera visto condones en la basura.

Me hago un café y como no hay nada más que desayunar me siento en la cocina mientras miro el móvil.

Me llega un mensaje de Fede, recordándome que se pasará esta tarde por casa. Hemos hablado bastantes veces esta semana picándonos por mensaje, la verdad, me gusta su personalidad, aparte del buen sexo que me da, obviamente.

Decido que haré galletas cuando me entra el antojo de algo dulce y lo único que hay son las galletas healthy de Grace, quiero algo dulce de verdad.

Voy a mi habitación dejando a los tortolitos enrollarse, porque en el momento que cruzo el salón sé que los he interrumpido. Me encierro en la habitación mientras las galletas están en el horno y solo vuelvo a salir silenciosamente para sacarlas, no supone un problema porque Grace y Thomas no tardan en coger algunas sonriéndome.

Monto los muebles como puedo y solo me queda colgar la televisión. Pista, en mi vida he cogido una herramienta de taladrar así que hasta que no empiece la semana que viene en el doctorado se quedará encima del escritorio.

Oigo como se cierra la puerta del salón y alguien llama a mi puerta. Antes de que pueda responder Grace se asoma abriendo un poquito la puerta. La abre del todo cuando ve que todo está correcto y no me ha pillado en mal momento.

— ¿Qué tal con Thomas? — pregunto subiendo y bajando las cejas.

Grace se estira en mi cama bruscamente y me empieza a contar su historia con Thomas, al parecer es un chico encantador e increíble. La trata genial y besa bien. Cosa que comparado con el último ya es una novedad.

— Y tú que tal con el chico de la otra noche, no me contaste detalles, es momento de que lo hagas.

— Hablando de eso, vendrá esta tarde, puedes...— pregunto y ella asiente energética.

— Obviamente, tengo muchas cosas que hacer, iré a Ikea a comprar muebles para mi habitación vacía. — dice y yo sonrío. —  Ahora cuéntame.

Acabo de colocar la ropa interior y me tumbo a su lado en la cama. Pero me levanto poniéndome delante de ella, para poder contarle todo.

— Dios mío, yo no sabía lo que era el buen sexo hasta este hombre. — digo y ella estalla a carcajadas.

— Sí, Tyler no tenía pinta de hacer buen sexo la verdad, y eso que estaba buenísimo.

Yo sonrío y asiento.

— Con Tyler el sexo era muy monótono, solo usábamos una pose que a él le gustaba, y cuando él acababa escasas veces se preocupaba en que yo lo hiciera. — Grace abre los ojos sorprendida.

— No sabía que Tyler fuera tan escaso en el sexo.

— No si el sexo no era escaso, pero el único que lo disfrutaba era él, no se preocupaba por mí. — Grace hace un gesto de desagrado.

Abby en New YorkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora