Capitulo 2; Recuerdos de mi infancia.

25 3 0
                                    

Esta noche no puedo dormir, tengo pesadillas constantes, mi cabeza no deja de pensar, me gustaría saber qué tengo que hacer para desconectar, para que mi cabeza pare, es un estrés constante que no me deja respirar.

Te necesitaba, pero tú tenías tu vida hecha y en esa vida no contabas conmigo; para ti, supongo que era un estorbo. ¿Quién va a querer una niña como yo?

Cada día esperaba para verte, cada día lloraba por estar contigo. El dolor que sentía con solo 6 años no se lo merece nadie. Sentirse abandonada por las personas que quieres, sentir que algo va mal, sentir que no encajas y lo más doloroso: tener que separarme de mis hermanos.

A veces siento que esto nunca se superará, que a pesar de quererte con todas mis fuerzas tú decidiste irte, a pesar de las tantas veces que me tuve que despedir de ti, me abandonaste sin importar el daño que me hacías.

Tenía mucho miedo, mi mundo se desvanecía, empecé con mis ataques de pánico y mi ansiedad. No sabía qué me estaba pasando.

No sabía dónde estaba, por qué me estaba pasando esto, qué sentido tiene. Yo quería a mis hermanos, quería estar con ellos, solo quería que todo volviera a ser como antes.

Entonces me di cuenta de que estaba con una nueva familia, donde no conocía a nadie ni sabía cuánto tiempo iba a estar allí.

No me adaptaba a la nueva familia, me costaba mucho expresarme, no quería estar allí, solo quería irme con mi padre y mis hermanos.

Entonces me di cuenta de que a mis hermanos no los volvería a ver más, nos separaron y nos alejaron sin importar el daño que nos hacían.

Lloraba todas las noches hasta quedarme profundamente dormida, tenía tanto miedo, me sentía tan sola, no estaba en mi hogar y cada día que pasaba sentía que mi mundo estaba desapareciendo.

Mi padre se volvió un total desconocido para mí, venía de vez en cuando a verme, ya no sentía nada. Solo quería irme, desaparecer, no podía más. Cada vez que se iba era como otro arañazo en mi alma, otro día más que me dejaba allí, me abandonaba.

Pasaron algunos meses. A simple vista, parecía una niña normal, pero en el fondo ya no era una niña; no era feliz. Yo no estaba viviendo, solo estaba sobreviviendo.

Cada día era una lucha constante por mantener una apariencia de normalidad mientras el vacío en mi interior se hacía cada vez más grande. La rutina diaria en la escuela y en casa no lograba llenar el abismo que sentía. Mi mente seguía atormentada por recuerdos dolorosos y por la sensación de haber sido abandonada.

Con el tiempo, empecé a abrirme más a las personas que me rodeaban, compartiendo mis sentimientos y mis emociones. Nunca olvidaré la ayuda que me brindaron a pesar de no ser parte de esa familia.

"El Laberinto de Mis Pensamientos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora