Reencuentro

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Un silencio absoluto inundaba esa enorme casa.

Debía preguntar por qué la casa estaba diferente. La última vez que lo visitó la casa lucía de otra forma, quizás por algún motivo tuvo que mudarse. Pero con solo ideas no podía obtener alguna respuesta, así que simplemente debía preguntar.

Entonces extrañamente con un nudo en la garganta caminó hacia la puerta y allí sin pasar más tiempo tocó el timbre.

Al hacerlo se escuchó como algunas personas hablaron y gritaron, de allí Sanji se dio cuenta que Zoro ya no vivía en esa casa.

Al pasar unos minutos una señora salió y con una sonrisa mostró un paquete que evidentemente tenía dinero.

–No lo necesito... ¿solo quería saber si el muchacho que vivía aquí a dónde fue? – preguntó Sanji evitando el dinero que se le ofrecía.

– ¿Acaso no sabes? – preguntó la contraria con expresión preocupada y confusa.

– ¿Sobre qué?

– ¿Cómo quieres que le entregue el dinero al joven dueño si él está muerto?

Esas palabras no fueron procesadas en la mente de Sanji, y lo único que podía pensar era que todo esto era mentira.

– ¿Qué? – fue lo único que dijo Sanji.

–Sí, bueno eso sucedió hace unas semanas cuando una noche el joven llegó a la casa y la verdad es que no se supo cómo pasó, pero el caso es que un camión de repente se aproximó y chocó con él. Así mismo cuando fueron a auxiliarlo estaba ya... muerto.

Era mentira, simplemente era mentira, no era cierto que Zoro hubiera muerto, él era fuerte y resistente, no pudo haber muerto por haber chocado ¿cierto?

–Aquí está la dirección donde se encuentra el joven dueño.

Sanji con su vista nublada y manos temblorosas agarró la hoja y al verla, no pudo haberse sentido peor que como estaba. Allí estaba anotado un cementerio de la ciudad.

El peli rubio sin más, hizo una pequeña reverencia hacia la señora y sin decir nada más caminó de vuelta a su auto. Pasaron minutos, o segundos o quien sabe cuánto tiempo pasó. Porque el tiempo se había detenido para Sanji, quien no pensaba en nada.

Y de la misma manera no sabía a donde estaba yendo o que era lo que hacía, resultó al frente de una lápida quien tenía un nombre escrito, que para la desgracia de Sanji decía: Zoro Roronoa.

– ¿Zoro?

Sanji viendo ese nombre escrito en ese muro, no pudo contenerse más y cayó de rodillas y junto con el golpe, miles, litros y millones de lágrimas salieron.

Esto no podía ser cierto. ¿Cómo Zoro había muerto? ¿Cómo pudo ser? Era algo que Sanji no entendía, pero ahora nadie tenía la respuesta.

–Zoro... te vine a ver después de mi salida, creí que me estabas esperando...

Sanji con su mano temblando tocó el nombre de su ser querido.

En la mente de Sanji todos esos bellos recuerdos llegaron a su mente, donde todo era felicidad, todo era armónico, donde solo existían los dos. Pero ahora...

– ¡Ah!... ¡Mierda!

El peli rubio simplemente no pudo más. Zoro había muerto, ya no estaba con él, ya no estaba a su lado para abrazarlo y hacerlo sentir único y amado, ya no estaba su querido y amado cabeza verde.

– ¿Zoro por qué te fuiste? Dime por favor... me dejaste completamente solo... vine a decirte que te amo.

Un te amo que no se pudo decir personalmente, donde por culpa de ciertas personas tuvieron que separarse y a causa de eso... Zoro se había ido. No tuvieron la oportunidad de seguir adelante, no pudieron decirse cuanto se amaban, no pudieron verse por última vez, no pudieron hacer nada y simplemente fueron separados a la fuerza.

ONE SHOTS (ZOSAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora