Mariana
Me dirigí a la oficina del profesor Dorcaz.
Di dos toques a la puerta y en cuanto me dio autorización pase cerrando nuevamente la puerta y con seguro, como había mencionado en la nota.
-¿Y bien? ¿Que sucedió? -preguntó.
-Le quería pedir un favor.
-¿Un favor? -asentí-. ¿Qué tipo de favor?
-Bueno mire, pasa que últimamente el contenido que está dando me cuesta un poco comprenderlo. Se me dificulta demasiado. Y bueno, ehm... Me preguntaba si usted podría... Ya sabe... Darme clases extra. Claro, le pagaría las horas. Usted ponga precio.
Él se tomó un tiempo para pensarlo y al pasar de unos minutos pareció tomar una decisión.
-¿Qué es lo que no comprende?
-En resumen todos los temas que ha dado al empezar el segundo ciclo.
-¿Y cuántas horas necesita?
-Yo diría que unas cuatro o dos estarían bien.
-Vale, acepto. Le daré clases extra.
-¡¿En serio?! -pregunté algo emocionada.
-Sí, pero no grite.
-Esta bien -sonreí-. Gracias profesor.
-No es nada, joven Ávila. Mi deber es ayudar.
-¿Cuanto me cobrará?
-Nada, se las daré gratis.
Su respuesta me tomó por sorpresa.
-¿Gratis? -asintio -. ¿Por qué?
-La educación no es algo que se debería cobrar para empezar. Todos tenemos derecho de aprender y entender lo que nos enseñan.
-Supongo que tiene razón.
-La tengo -afirmó.
-¿Las clases pueden empezar hoy por la tarde?
-Sí, ¿donde nos veremos?
-En mi casa está bien.
-Perfecto. La espero luego de clases aquí para acompañarla y darle sus clases extra.
-Se lo agradezco nuevamente.
-No es nada. ¿Algo más?
-Solamente sería eso. Ahora sí me disculpa tengo que ir con mis compañeros, profesor.
Quite el seguro de la puerta y salí de la oficina cerrando la puerta a mi espalda.
Quiero ver cómo vas a hacer para contralorte ahora que pasaras más tiempo junto a él.
Yo también quiero ver eso.
{...}
Debe estar al llegar. Y yo con mis nervios tan fuertes no llegaré a nada, coño.
Llevaba más de una hora pendiente al celular para la hora, y al timbre por si sonaba.
Y nada...
¿Será que vendrá?
Ya ni de eso estaba segura.
Cuando porfin me estaba dando por vencida de que no vendría, el timbre sonó.
En mis labios se dibujó una sonrisa y me levanté entusiasmada a abrir.
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Cuando nadie ve (Federiana)
Ficțiune adolescențiMariana Ávila, es una joven chica de tan solo 16 años la cual estudia en la secundaria de Montessori. Allí su nivel de popularidad es algo elevado pero no tanto. Hace exactamente dos años en su colegio comenzó a trabajar un nuevo profesor de Lenguaj...