II

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Miyeon.

-Hola, papá.-Le sonreí a mi padre cuando abrió la puerta, pero él, como siempre que venía, no apartó sus ojos de Wonhee.

-¡Mis niñas!-Exclamó, mientras se hacía a un lado para dejarnos pasar.-...Y Minnie.

-Buenos días, Donghae.-Minnie estrechó su mano, y Wonhee estiró ambos brazos hacia su abuelo.

-¡Ven aquí, pequeña!-Donghae, eterno enamorado de mi hija, la tomó en brazos inmediatamente.

-Gracias por cuidarla, papá.

Donghae hizo un gesto despectivo con su mano libre.

-Sabes que no es ningún esfuerzo. Adoro pasar tiempo con mi pequeña.-Respondió con una sonrisa de oreja a oreja.

A veces no podía creerlo.

Al recordar lo alterado que se puso cuando se enteró sobre mi embarazo, y la forma en la que casi golpea a Minnie, me dan ganas de reír ante el enorme cambio que Wonhee provocó en él.

Era su debilidad, definitivamente.

-Nosotros nos iremos ahora... Adiós, y gracias, papá.-Me acerqué a él para depositar un beso en la mejilla, y esperar a que ambos estrecharan manos antes de salir por la puerta.

-Pásenlo bien.-Respondió Donghae antes de cerrar la puerta.

-¿A dónde me llevarás?-Pregunté en un murmullo mientras caminaba hacia el coche, con el brazo de Minnie sobre mis hombros.

Mi pelinegra rió antes de enterrar acercar su rostro a mis cabellos, inspirando mi aroma.

-Sorpresa.-Susurró, antes de abrirme la puerta del coche y dejarme entrar.

Odiaba las sorpresas, y ella lo sabía.

La miré, frustrada, mordiéndome el labio, y ella, divertida, se limitó a sonreírme ampliamente.

El camino sucedió en silencio.

Había algo sin resolver entre nosotras, ambas lo sabíamos, pero preferíamos no tocar el tema para no discutir.

Minnie estacionó el coche frente a un edificio cerca de casa.

El lugar era nuevo, moderno y sofisticado.

Enormes vidrieras cumplían el papel de paredes, y unos pulidos pisos de madera cubrían todo el suelo.

Mi pelinegra mi guió de la mano hacia el ascensor, mientras yo no paraba de comerme con los ojos todo mi entorno, y ella me miraba con aquella sonrisita de ternura que me calentaba las entrañas.

-¿Qué hay aquí?

-Pequeña...No seas impaciente.-Susurró dentro del ascensor, antes de inclinarse a besar mi coronilla, y yo le dediqué una mirada inquieta.

20...30...40...

Inspiré hondo, mientras los pisos se sucedían unos tras otros. Estábamos solas allí adentro, y eso no hacía más que aumentar la siempre presente tensión sexual entre ambas.

53.

Al ascensor se detuvo, y las puertas se abrieron.

Miré, con los ojos abiertos como platos, el lujoso restaurante que se encontraba frente a mí.

-Es mío.-Murmuró Minnie, y abrí todavía más los ojos, mientras la miraba.-Deja de mirarme así, vamos.-Susurró divertida, tomándome del codo y avanzando.

El tintineo de los cubiertos y una suave música de fondo inundaban el lugar. Risas, conversaciones. Era un lugar agradable, sumamente lujoso, pero confortable.

𝐌í𝐚 | 𝐌𝐢𝐦𝐢𝐧 𝐆!𝐏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora