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Miyeon.

-Ese, ¡Ese es él!-Levanté la mirada de mis senos, los cuales llevaba vigilando por una hora para que no se saliesen del minúsculo corpiño, y miré hacia donde Soyeon señalaba.

Un hombre de unos 35 años, altura media, contextura ancha, e intimidante.

-¿Estás segura de que es Jay?

-BamBam dijo que siempre llegaba a las 11.30 en punto, rodeado de guardaespaldas. Es él.-Asentí, inspirando hondo, mientras lo veía caminar confiadamente hacia uno de los apartados de la derecha.-Mira como todas esas putas se aglomeran a su alrededor.

Efectivamente, la mitad de las chicas del lugar se habían acercado a él bailando y tonteando en su cara.

-Soyeon, no olvides que esta noche seremos una de esas putas.

Soyeon puso una mueca de asco antes de inspirar hondo y erguir la espalda.

-Pechos arriba, Cho.-Susurró, mientras me tomaba de la mano y me llevaba a rastrar hacia un caño que iba del techo al suelo, justo en frente del apartado en el que Jay Park se encontraba, repantigando tranquilamente sobre un enorme sillón rojo.-Bien, Miyeon, aquí vamos.

La miré con los ojos como platos mientras tomaba el caño con una mano, dando una vuelta alrededor de él.

-No sé hacer eso, Soyeon.

-Entonces aprende, Miyeon.-Masculló, mientras enganchaba uno de sus dedos en el borde de la tanga roja que tenía puesta y me atraía hacia ella.

El gesto llamó la atención de Jay, y me hizo enrojecer por completo.

-¿Qué mierda-

-Miyeon, olvídate de la vergüenza y haz esto por la madre de tu hija, maldita sea.

Tragué saliva e inspiré hondo, asintiendo, y tocando el frío caño con mis manos.

Soyeon se puso de espaldas a él y apoyándose sobre el frió metal cilíndrico, comenzó a deslizarse hacia abajo.

Jay se incorporó, apoyando los codos sobre sus rodillas, y mirándonos con una sonrisita en el rostro.

-Lo tenemos. Muéstrale el trasero.-Susurró Soyeon, y tragándome toda mi dignidad, y comencé a inclinarme hacia abajo, deslizando mis manos sobre el caño, bajo la atenta mirada de Jay Park.

Casi chillo sorprendida cuando Soyeon me dio una fuerte nalgada, y la miré con los ojos desenfocados.

-Lo siento.-Susurró, todavía más avergonzada que yo, y siguió bailando lentamente alrededor del caño.

Los próximos cinco minutos los recordaría como los más embarazosos de toda mi vida, sin exagerar.

Seguí frotándome contra el caño de metal, y contra Soyeon, frente a la atenta y lujuriosa mirada de Jay y los tres gigantes que lo secundaban, hasta que el idiota por fin se levantó y se acercó a nosotras lentamente.

-Buenos días, princesas...-Saludó con una sonrisita, mientras tomaba un mechón de mi cabello entre sus dedos y lo depositaba detrás de mi oreja, bajando luego su mano por mi cuello hasta llegar a mi escote y rozar uno de mis senos con la palma de su mano.

Reprimí la arcada que me subió por la garganta, e intenté sonreír lo más sensualmente que pude.

-Hola, guapo.-Soyeon se mordió el labio mientras deslizaba su dedo índice por el brazo de Jay, y él le sonrió lascivamente mientras se giraba hacia ella.

-Ustedes son nuevas aquí, ¿Verdad?

-Sí, somos unas novatas.-Soyeon puso una expresión de niña buena que me hizo querer reír, pero me contuve. No era el momento.

𝐌í𝐚 | 𝐌𝐢𝐦𝐢𝐧 𝐆!𝐏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora