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Los rayos de sol entraron por la ventana acompañados por el hermoso y ligero canto de los pocos pájaros de los alrededores. John se removió incómodo en su lugar mientras poco a poco abría sus ojos debido a los tirones que recibía.

—¡Papá, despierta!—John se quejó levemente mientras abría sus ojos de una manera muy lenta y divisaba la figura de su hija Rosie de pie frente a él, con su uniforme escolar algo desarreglado al igual que su cabello rubio completamente esponjado y enredado—¡Papá, voy a llegar tarde!—La pequeña insistió con gran energía y preocupación a lo que John solo giro su rostro para no verla mientras el dolor se extendía por todo su cuerpo.

—Rosie, hoy no iras al colegio…—Mencionó John aún adormilado y al ya no sentir los tirones de su hija soltó un suspiro de satisfacción, pensando que podría volver a dormir; sin embargo, no contaba con que Rosie subió al sofá y saltó sobre él para despertarlo por completo, John maldijo entre susurros mientras sostenía el peso de su hija.

—¡No puedo faltar, papá, es un día muy importante!—John tomó en brazos a su hija y la quitó de encima de él para sentarse como es debido y frotar sus palmas con su rostro.

—¿No crees que la profesora pueda justificar tu falta?—John abrió por completo los ojos mientras se acostumbraba a la luz del hogar.

—No papá, es más, si no voy la profesora estará de mal humor en todo el día—

—¿A si? ¿Por qué?—Rosie sonrió a su padre como si la respuesta fuera obvia.

—Porque no te verá a ti, papá—John soltó una pequeña risa ante aquello—¡No te rías, papá, es la verdad!—John detuvo su risa al escuchar la seriedad en las palabras de Rosie.

—Bien, okay, ¿qué quieres para desayunar?—

—¡Quiero cereal!—John asintió y se levantó, todo su cuerpo dolía debido a la posición en la que durmió, su cabeza daba vueltas y casi tropieza por eso mismo. Después de sacar todo lo necesario, el rubio sirvió el cereal para su hija y la dejó desayunando para poder ir al baño.

John se vio al espejo, estaba completamente hecho, un desastre, sus ojeras, su cabello revuelto, sus ojos los cuales estaban llorosos, y su rostro completamente perdido. John se ignoró y abrió la llave del grifo para mojarse la cara y empezar con su rutina de aseo, la cual no era muy tardada.

John bajo las escaleras con un nuevo aspecto al igual que prendas y encontró a Rosie terminando su cereal, aún tenían tiempo para llegar al colegio, John tenía tiempo para prepararse algo para desayunar, sin embargo, prefirió quedarse así.

—Papá, esfuérzate un poco más—Reclamo la pequeña a lo que John frunció el ceño—A la señorita Janice le gusta que lleves una de tus camisas, no esa ropa—Rosie señalo el conjunto deportivo de John.

—Rosie, yo no iré a ver a la Señorita Janice, yo voy a dejarte a la escuela, solo eso—

—Pero Papá, siempre le sonríes—Rosie siguió en negación e incluso se cruzó de brazos a lo que John suspiro.

—Le sonrió a casi todo el mundo, ¿qué tiene de especial la Señorita Janice?—

—Que parece que te quiere, papá—El silencio inundó lugar, lo único que se escuchaba era a Rosie jugando con su cuchara mientras seguía degustado su cereal.

—Cuando termines lávate los dientes y vienes aquí para que te peine, ¿sí?—Rosie asintió, sabía que si su padre se quedaba callado era mejor no retomar el tema y dicho y hecho Rosie desapareció por las escaleras una vez terminó de desayunar, para cuando volvió encontró a su padre con otras prendas y no pudo evitar formar una sonrisa.

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