Capítulo 1.

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      —¡Muévanse! —gritó antes de estrellarse de lleno contra Garou, quién era poseído por un ser celestial. Su cabeza impactó a tal velocidad que logró distraer al hombre radioactivo de su cometido, asesinar al viejo Bang.

El enemigo río y no se inmutó ni un centímetro ante el violento cabezazo. Tiró de los rubios cabellos del Cyborg para mofarse de él a centímetros de su rostro agrietado. —Demon Cyborg, ¿eh?, ¡qué heróico! —ladeó su cara sin rostro hacia un lado, sonaba sorprendido por haberse dado cuenta de algo—. ¿Así que ese calvito estaba en un nivel lo suficientemente alto para tener a un héroe de clase S como su aprendíz?, tiene tanto sentido —escupió vorazmente.

Genos no pudo evitar impactarse ante el comentario soez, observó impotentemente como su cuerpo era manipulado igual que un maniquí al perder sus extremidades y solo ser un torso metálico. No pudo evitar destacar la nueva apariencia tan intimidante del aclamado asesino de héroes, un sin fin de estrellas que no alcanzaba a enumerar, colores que jamás imaginó combinar y sobre todo, una oscuridad estremecedora en lo que solía ser una cara humana. Un doloroso escalofrío le recorrió por la columna ante tal imágen. Quiso analizar un poco más la mortal situación en la que se metió, pero el tiempo no fue suficiente debido a la interrupción oportuna del héroe número uno en la asociación.

La figura estelar esquivó con un simple salto el cañón dimensional de Blast, llevándose consigo al Cyborg de su cuero cabelludo.
Pese a no tener rasgos, el adolescente distinguió el comportamiento altivo y vacilante. —¿Hm? ¡Qué ataque tan patético! —juzgó, hasta que un portal cortó la burla de Garou, para coincidir con el puño gravitacional del número uno, liberando a los maltratados cabellos rubios del Cyborg de aquellas garras tan filosas como agujas.
Y se desató el caos. Portales que llevaban a quién sabe dónde eran abiertos, y a su vez, fuerzas idénticas chocaron gracias a la imitación sin igual de Garou, quién a ojos de todos es invencible. Inclusive del propio Blast, qué voló lejos al impacto de un último golpe certero de fisión nuclear contra sus transportaciones forzadas.
—Aunque tu rango sea el número uno de la clase S, ahora, ni siquiera eres digno de mi atención —otra vez sus garras dieron a parar en la estropeada cabeza que había dejado olvidada en los escombros, dispuesto a proseguir con su propósito macabro.

Garou elevó al Cyborg del suelo y meditó; "Si el calvo no estaba dando todo de sí, copiaré y refinaré su inmenso poder, así ganaré.
La única forma de sacar su verdadera fuerza...".
Antes de rematar su monólogo interno, percibió que el tiempo se ralentizó para ambos, conectaron al unísono como si fueran los únicos allí, ignorando los gritos desesperados y lejanos de los héroes que yacían maltrechos pero con vida, tras la terrible paliza de los monstruos.

Sintió su coraza palpitar de horror al mismo tiempo que los ojos ennegrecidos por poco salían de sus cuencas cuando la mano de Garou se transformó en una aguja filosa que apuntaba directo a su Core, el aceite bombeó hacia su cerebro tan ferozmente que solo alcanzó a balbucear. —Maes...

El aire en sus pulmones artificiales se cortó repentinamente, vió como el metal estalló en miles de pequeños pedazos de virutas y tornillos al ser atravesado de una forma perturbadora y gráfica. Lo que solía ser un pecho impoluto, liso y musculado, ahora tenía un desastroso agujero gigantesco repleto de abolladuras y marcas de rasguños, había sido empalado en tan solo un milisegundo. Los iris dorados parpadearon débilmente hasta que la oscuridad no vaciló en apoderarse por completo del espacio. Con la mirada vacía y sombría, la vida se escapó en un último aliento lastimero, e instintivamente lo que solía ser su líquido vital salió disparado hacia todas direcciones, vertió tanto que dejó un derrame descuidado en el suelo. El olor a aceite quemado fascinó a Garou, lo embriagó de poder.

Repulsivamente, había arrancado el órgano robótico del Cyborg de una sola estocada, para luego arrojar su cadáver hueco al charco de aceite y restos de sí mismo. Su rostro era una ruina irreconocible cubierta de tierra y sangre oscura, un hedor nauseabundo a fósforo y aceite quemado inundó el ambiente, haciendo vomitar a los héroes ya intoxicados por radiación, y perdieron la consciencia al instante luego de tal espectáculo espeluznante.

Un poco tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora