Capítulo 2.

40 2 0
                                    

     Otro monstruo explotó y esparció todas sus vísceras sobre Saitama, quién lucía exhausto y exasperado. El torneo de artes marciales fue un fiasco y no aprendió nada importante, lo peor es que ensució el traje que Genos había limpiado y planchado esa mañana. Sólo quería llegar a casa, disfrutar de una deliciosa cena casera, darse un baño caliente y dormir profundamente.
Mientras planeaba su día restante, un kaijin muy veloz y oportunista aprovechó que estaba distraído para atacarlo de sorpresa con un zarpazo certero en su calva, el cuál no provocó que moviera ningún músculo. Ayudó a que volviera a la realidad y nuevamente matara de un solo puñetazo al ser deforme que parecía algún tipo de felino. Una lluvia de sangre bañó una vez más su mono amarillo, dió un pequeño bostezo y terminó aún más disgustado porque accidentalmente un poco de plasma cayó en su boca, escupió el sabor metálico y marchó hacia su departamento antes de que apareciera algún monstruo debilucho.

Una vez más la esperanza de tener un encuentro interesante y enriquecedor se hacía añicos por tercer año consecutivo, no podía decir con precisión cuántas veces dejó que la expectativa nublara su endeble fé, al final del camino solo se encontraba con la frustración de siempre y su ánimo se volvía lúgubre. Aunque ya estaba acostumbrado a sensaciones sombrías, en verdad creyó que esta vez sería diferente a las oportunidades pasadas, pero sólo se sentía como un idiota. Probablemente ese tal "Cazador de héroes" no fuera tan aterrador y sanguinario como exageraban sus compañeros, no hay duda alguna de que aún está interesado en verlo en acción y corroborar las historias que oyó, después de todo, no podía permitir que más heroes sean magullados en el futuro, no si podía evitarlo. Dejó salir un pesado y resignado suspiro y siguió su camino.

El pensar en sus compañeros de trabajo siendo eliminados le provocó un dolor de cabeza bastante severo, y sumado al olor pútrido que expedía la carne ahora en estado de descomposición a pleno verano no ayudaba en lo más ínfimo. Aceleró su paso para adentrarse rápidamente en la zona deshabitada de Ciudad Z y vió su departamento compartido en la lejanía, deseó que Genos no se moleste por haber ensuciado su traje tan rápido, quizás todavía no llegaba a casa y tenía tiempo para quitarle esas manchas oscuras tan difíciles de limpiar.
Pese a que su discípulo siempre tenga esa expresión sombría, Saitama sabía en el fondo que él jamás se enojaría por algo tan rudimentario, era curioso como nunca parecía divertirse o relajarse por completo ahora que vivía con su Sensei, debería hablar más seguido con este chico y explicarle un par de cosas, aunque no era bueno para comunicarse. De hecho, ninguno de los dos sobresale particularmente en ese ámbito.

Hablando de comunicación y falta de interacción social, desdé que terminó el torneo no supo nada más de Genos, en algún momento desapareció de las gradas entretanto él peleaba en el cuadrilátero.  Con todo el caos que provocaron los kaijin muy probablemente la asociación de héroes lo llamó para que se encargara de ellos, claro que no podía evitar preocuparse más que solo un poco por él gracias a la incauta, testaruda y perseverante personalidad del Cyborg. Intentó con suma firmeza no imaginar un horrible escenario dónde estuviera abatido y deshecho en alguna calle desolada... pero no pudo, con tan solo aquel concepto causó que su estómago se estrujara y revolviera de forma desagradable.

Cada paso era eterno, y a su vez la angustia aumentaba consecutivamente, acompañada por la ansiedad que rasguñaba su garganta y le ardía como el infierno más abrasador. En dos largas zancadas llegó a las escaleras del departamento, y tan solo tocando dos escalones aterrizó en su puerta. Completamente agobiado, la llave con un dije de jirafa osciló en la cerradura y por poco cae al suelo. Cuando entró en el reducido compartimento exhaló todo el aire que había estado reteniendo sin darse cuenta, y pese a ello, no dejó de estar alterado. —¡Estoy en casa!

La voz tembló un poco al gritar, y fue respondido por una quietud estremecedora, se quitó las botas ensangrentadas y mugrientas lo más rápido que pudo para apresurarse y buscar a la fuente de su ansiedad. Sin esperar réplica y casi rompiendo la puerta del baño, se encontró con que estaba vacío, todo se encontraba igual que en la mañana cuando partieron al torneo. Fue a la cocina y también terminó con el mismo resultado, ya sintiéndose exasperado, tiró sus guantes rojos al fregadero y cayó sentado al suelo entre tanto frotaba sus ojos irritados. No entendía porqué se sentía tan mal respecto a ese adolescente, no había pasado ni un mes desde que se conocieron y ya se ponía colérico por no saber nada de él en unas horas, al principio le pareció fastidiosa su presencia y... entusiasmo. Pero al final se acostumbró tanto a esa disposición tan insistente que ahora le dolía súbitamente el pensar en un escenario tan lúgubre como el de hace un rato.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 28 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Un poco tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora