Prólogo: Infierno en el paraíso

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Es incontenible la ira de un ser humano que solo busco ser parte de algo más grande, sentirse importante, porque a diferencia de sus compañeros, no lograba mostrar un papel primordial en su historia.

Después de verse envuelto en un sinnúmero de situaciones, no mostró haber hecho mayor cosa que solo aconsejar a sus amigos ante momentos críticos que sufrían, sea por el estrés de la secundaria, familiar o en la amistad.

Parecía ser que su círculo más cercano hizo muchas cosas por él que no las podría devolver del mismo modo, es cliché hablar siempre de lo mismo y lo mismo una y otra vez.

Por más cosas que piense sobre cómo es acerca de su condición, ya se cansó de oírlo y repetirlo sin parar, al final nadie haría nada por él y sus quejas.

No pudo ser el más fuerte, así que intento cubrir esa falta de poder con inteligencia, pero eso solo lo llevo a las críticas de los demás.

Probablemente sería envidia o simplemente era el hecho de no poder aceptar que él podía superar al resto de sus compañeros de clase, incluso a la reina y actual persona más fuerte de toda la región con la que no ha compaginado demasiado.

Tal vez sería peor si su entorno fuera mucho más amenazante con golpes provenientes por los demás, y no era así, aunque eso no volvía frágiles las palabras de disgusto al ver que el más débil era el mejor de todos.

Su vida se volvió una tortura sin solución alguna, ya ni siquiera la compañía de sus amigos le bastaba lo suficiente como para sentirse más querido por alguien.

Siempre pensó que el suicidio sería una muy buena solución, siempre la dejo como su última opción para todo en caso de encontrar otra manera en la que poder sentirse mejor.

Pero justo ahora...

— ¡POR FAVOR, NO LO HAGAS!— se logró oír un grito por detrás.

Se había vuelto su opción más viable a estas alturas.

Alzo su vista tratando de mirar el paisaje obstruido por una llovizna fortalecida por los vientos que pegaban contra su rostro y empapaba sus anteojos a cada segundo que se mantenía allí.

Lentamente se los quito para tratar de contemplar el puente en el que se encontraba parado, justo al borde de este mismo viendo como las corrientes del río por debajo de él descendía unos cuantos árboles caídos con fuerza.

— ¡Te juro que si lo haces, nunca te lo voy a perdonar!— la misma persona advirtió con una voz notoriamente aterrada de lo que haría.

A pesar de cometer la mayor estupidez e irresponsabilidad de su vida, sentía que algo se le estaba olvidando y tenía que ver con la persona que lo estaba acompañando en su momento más difícil.

Miro de reojo a la chica viendo como esta lucía bastante destrozada emocionalmente y empapada por toda la lluvia que le cayó encima habiendo alborotado todo su cabello.

— ¡Perdón, Remi! ¡Esto es lo mejor!— hablo lo suficientemente alto para que lo oyera.

— ¡¿Lo mejor?! ¡¿Hablas en serio?!— pregunto con enfado e indignación— ¡¿Qué hay de mí y de la promesa que nos hicimos?!

Eso lo hizo reaccionar por un momento, recordó que tiempo atrás con esta hermosa, amable y sobre todo amorosa chica se juraron superar cualquier controversia que los podría separar.

Entonces ahí recordó, no estaba solo y sabía que ella estaba con él, como pudo ser tan tonto por olvidar algo tan importante como eso, después de todo ella era su mundo.

Sabía que si continuaba con lo que planeaba hacer, dejaría un dolor en el corazón de ella que jamás se perdonaría ni estando muerto.

Se dio vuelta para verla, sabía que estaba llorando a pesar de que sus lágrimas se mezclaban con cada gota de lluvia que caía sobre sus delicadas mejillas rosadas.

Parallel Paradise | unOrdinaryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora