PRÓLOGO

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Mi mente estaba nublada, veía todo oscuro... Me pesaba el cuerpo de una forma inexplicable y me dolían tanto los músculos como los huesos. Intentaba ponerme en pie, pero no lo conseguía. 

Había un pequeño charco con agua, me acerqué a ver mi rostro y estaba todo dañado con rasguños, moratones y sangre. Tosí y vi como escupí sangre de mi boca, me dolía la mandíbula. 

Estaba a punto de darme por vencido hasta que escuche su voz, esa voz melódica que me tenía hipnotizado desde la primera vez que la vi. Estaba llamándome... Mi amada estaba llamándome...

Intenté levantar las rocas que pesaban en mi espalda, pero me resultaba imposible, me dolía todo el cuerpo y me sentía al límite con todas mis fuerzas.

— ¡Leonardo! — gritó ella llorando y me rompía el corazón escucharla así, necesitaba protegerla, necesitaba tenerla en mis brazos.

Gruñí con todas mis fuerzas... Por mi culpa había pasado esto, todo por ser un gilipollas psicópata que se creía el mejor del mundo y caí tan bajo en la trampa de un hombre miserable cuyos sentimientos que tenía hacia él de admiración se transformaron en odio. Lo odiaba con todo mi ser.

Mamá tenía razón cuando dijo que cada día me parecía más a mi padre, pero no entendía el porque, total me ocultaron todo por mi bien y la cagué.

— ¡Leo...! — gritó mi amada de dolor y en ese instante estallé y con todas mis fuerzas aparté las rocas de mi espalda que se habían caído cuando choqué contra un edificio con fuerza.

Intenté mantenerme en pie débilmente y ahí vi a la pelirroja que me robó el corazón, estaba herida, con manchas de sangre en su ropa y tomada del brazo por el hombre que me arruinó la vida, él cual tenía una sonrisa malévola en su rostro.

— Sué-Suéltala... — murmuré tosiendo agotado y él hombre misterioso se rio en mi putísima cara. 

— ¿Por qué debería hacerte caso? — se rio este con su voz grave, parecía el mismísimo villano de Marvel en persona, o incluso peor.

— Tu odio es conmigo... No con ella... — dije recuperando mis fuerzas y este se burlo con una sonrisa maliciosa y negando la cabeza divertido. 

— No hay reglas en este juego, muchacho... Además, el odio que le tengo a tu familia, es... — y ahí recibió un golpe que le dejo descolocado de parte de mi padre, por cual me quedé asombrado al verle.

En ese instante, el hombre malvado sacó una pistola y empezó a forjar con mi padre mientras mi amada corrió hacia mi asustada. Yo me había quedado paralizado observando la escena de la pelea sin saber que hacer o como ayudar a mi padre hasta que se escuchó un disparo...



VOLVIENDO HACE 3 MESES ATRÁS...


DANGEROUS: Alerta Roja #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora