🥀 CAPITULO 06 🥀

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«¿Cómo había sucedido aquello?»

Zhenya, al borde del pánico, se preguntaba cómo había ocurrido tal situación. Aunque sabía que debía mantener la calma en estos casos, no lograba encontrar la manera de hacerlo. Su cuerpo hervía de furia y su corazón estaba herido. Las lágrimas luchaban por salir y recorrer sus mejillas, pero el puño apretado en sus manos lo impedía. Era consciente de que no debía dejarse llevar por la ira ni por el creciente sentimiento en su pecho.

—¿Quién?—susurró mientras contemplaba a su hermana en la camilla del hospital, conectada a una multitud de cables, más de los que había visto en toda su vida. Las marcas violáceas en su rostro y las profundas heridas cosidas con esmero, producto de una navaja, resultaban inquietantes. Sin embargo, lo más preocupante no eran esas heridas, sino el problema cardíaco que padecía. Durante los cinco años que había estado con él, después de escapar de la sombra de los Bogdanov, había recibido tratamiento médico sin presión ni obligaciones, pero ahora la situación era crítica.

Había llegado justo a tiempo. Olga estaba mejorando, claro que sí. Tenía motivación, apoyo y el deseo de superar aquella difícil situación. Pero ahora, se encontraba en una circunstancia aún más adversa. ¿Podría sentirse peor? Sí, cada segundo que pasaba, Zhenya se reprochaba su falta de cuidado. Sabía que había personas buscándolos, como tantos otros que lo habían intentado antes, pero quizás se había confiado demasiado en que sería igual que las veces anteriores.

El resultado era innegable. Zhenya tenía una sospecha de quién podía ser el responsable. Su familia, su padre.

Con un largo suspiro, reaccionó al ver a Olga mover un dedo. Aunque débil, su cuerpo parecía doler intensamente y él... él sufría con ella.

—L-Los niños...—tartamudeó débilmente.

Zhenya se preguntó si su hermana siempre había sido así, preocupándose por los demás antes que por ella misma, incluso en una situación tan desesperada.

Una lágrima rodó por su mejilla.

Estaba dolido por la situación de su hermana, pero también sumamente preocupado por sus hijos. Hacía tres días que los pequeños habían desaparecido. Al llegar del trabajo, encontró a su hermana tirada en el suelo y a un hombre desangrándose a poca distancia de ella. Aquel hombre había muerto.

Y eso lo enfurecía. El sujeto ni siquiera había servido para proporcionar información sobre el paradero de los niños o sobre quién lo había enviado tras ellos.

—Están bien, Olga—mintió, esperando en el fondo que así fuera.

—¿...Sí?—preguntó ella sin abrir los ojos, esbozando una débil sonrisa que parecía doler—. Sabía que... mi niño lo haría bien...—susurró antes de caer dormida nuevamente.

Zhenya, siguiendo las indicaciones del médico, sabía que su hermana no podía sufrir otra recaída. Estaba demasiado débil y su corazón no soportaría una noticia tan devastadora. Podría morir rápidamente.

Se levantó del asiento y se inclinó levemente para depositar un beso en la frente de su hermana.

—Descansa, pequeña—susurró, acariciando su cabello antes de salir de la habitación. Había conseguido esa habitación privada luego de comprender que Olga aún corría peligro. Agradecía que su doctor entendiera por lo que estaban pasando sin hacer demasiadas preguntas.

Caminó por los pasillos. El olor a hospital era algo a lo que ya estaba acostumbrado, lamentablemente, pero no podía hacer nada al respecto.

Seis meses habían pasado desde que les informaron que Olga podría someterse a una operación de corazón. Sin embargo, encontrar un donante era complicado. Llevaban años esperando por un corazón fuerte y sano, pero parecía que no lo encontraban. El doctor James les había dado una mínima esperanza, aunque les advirtió que no se apresuraran a darlo por hecho.

MÍO || CAESAR X ZHENYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora