🥀 CAPÍTULO 09 🥀

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Los pasos resonaban con fuerza, y el aroma dominante de un alfa invadió el lugar. En pocos segundos, varios hombres vestidos de traje aparecieron, alertados por esa sensación de peligro inminente que los llevó a recordar su deber: proteger a su jefe y a los hijos de este. Quizás habrían reaccionado de inmediato al ver al imponente alfa cuya mirada advertía que, si se atrevían a dar un paso más, nada terminaría bien. Sin embargo, algo más los detenía: él no estaba solo. A su lado se encontraba un hombre que, para algunos, era una figura conocida, aunque hacía años que no lo veían; era el hijo menor de su jefe, quien había desaparecido hace mucho tiempo. Aunque desconcertados, los guardias sentían un nerviosismo palpable debido a la persona que tenía al omega agarrado por el cuello: Bajim Bogdanov.

Algunos intercambiaron miradas en busca de una respuesta o una orden, pero el líder del grupo permaneció en silencio, observando con preocupación el estado en el que llegaba el hijo mayor de Vissarion. Su rostro estaba irreconocible, los golpes lo habían transformado en una sombra de sí mismo, con su ropa empapada en sangre. Aunque no parecía estar gravemente herido, la manera en que Zhenya lo sostenía, con los músculos tensos y las venas marcadas por la fuerza, lo convertía en un peligro inminente. Bajim, por su parte, permanecía inmóvil, reducido a un mero bulto, sin decir palabra alguna.

"¿Hasta dónde está dispuesto a llegar?"

Esa era la pregunta que cruzaba por la mente de todos en ese momento. Observaron cómo Zhenya y su acompañante avanzaban sin tregua ni tiempo para conversaciones que en ese contexto carecían de sentido.

Zhenya estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario. Por un lado, la ansiedad por saber el paradero de sus hijos le carcomía hasta los huesos; solo pensar que algo malo les hubiera sucedido le provocaba un dolor profundo en el pecho. Por otro lado, Caesar observaba al albino caminar con una intensidad voraz en sus ojos, preguntándose, al igual que muchos otros presentes, qué estaba pasando por la mente del omega. Aunque debía admitir que, de alguna manera, lo que veía le agradaba.

—No puede pasar, joven —detuvo uno de los guardias antes de que Zhenya entrara a la mansión.

—No estoy pidiendo permiso para pasar, porque voy a hacerlo —respondió con autoridad. El guardia lo miró fijamente, y luego dirigió su vista hacia Caesar, quien simplemente ladeó la cabeza y elevó una ceja.

«¿Pero qué demonios...?», se preguntó el guardia. Sabía que no debía negarles la entrada; un instinto de seguridad se lo decía. Era alfa, como todos los demás presentes, algunos incluso betas, pero las feromonas que emanaba el rubio eran profundamente amenazantes, y ni hablar del albino.

—Lo lamento, pero... —su mirada se posó en Bajim.

«Si así ha terminado quien se suponía sería nuestro nuevo jefe, ¿cómo acabaremos nosotros?»

No tuvo tiempo de continuar hablando, pues el albino ya lo había superado y abierto la puerta de un golpe.

«¿Qué clase de seguridad es esta, donde solo dos personas pueden hacer lo que se les antoje?» se preguntó al instante, observando cómo los hombres que habían quedado atrás permanecían quietos y con la mirada baja. «¿Qué les pasa?»

—¿Qué esperan ustedes? ¿Van a quedarse quietos y dejar que ese par haga lo que les plazca? —inquirió molesto. Rápidamente, varios ingresaron tras él al salón, donde Vissarion estaba reunido con tres hombres que parecían ser socios o algo similar. Este abrió los ojos sorprendido al ver finalmente a Zhenya. Habían pasado años desde la última vez que lo vio; en aquellos tiempos, cuando el albino vivía con él, apenas le prestaba atención debido a su negocio y porque, sencillamente, no disfrutaba de pasar tiempo con sus hijos, como lo haría un padre común. Pero ahora, al verlo, la sorpresa era mayúscula.

MÍO || CAESAR X ZHENYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora