🥀 CAPÍTULO 07🥀

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—¡Rápido!

El brillo en sus ojos se había desvanecido por completo. La expresión en su rostro había cambiado radicalmente, revelando una mirada que aquellos presentes reconocieron al instante: era una advertencia peligrosa. Acercarse imprudentemente a él podría resultar fatal, no solo para su persona, sino también para su familia, sus negocios y todo lo que dependía de él.

No estaba dispuesto a permitir que esa situación pasara por alto. Vissarion no iba a dejar que ese omega que tenía delante destruyera todo lo que había logrado en tan solo unos minutos, todo por una insensatez cometida por su hijo mayor.

—Suelta esa arma, Zhenya —ordenó con voz firme, alzando una mano en señal de paz. Sin embargo, ese gesto no bastaba para calmar al hombre, al padre, al hermano que, en ese instante, apuntaba en su dirección mientras mantenía a su hijo mayor arrodillado, sujetándolo del cabello.

—Tráeme a mis hijos —demandó con frialdad. Era una orden inapelable.

«Un maldito omega... ¿Cómo llegamos a esto?» se preguntó, incrédulo.

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Horas antes...

—¡Señor, tenemos un problema! —exclamó un hombre apresuradamente al entrar en la oficina de su jefe. Este lo observó con desgana, ya sabía de qué se trataba.

—¿Esos mocosos otra vez? —preguntó, seguro de que esa sería la respuesta, la cual se confirmó cuando el otro hombre asintió—. ¿Qué demonios quieren ahora?

—Están llorando... —Vissarion soltó un suspiro de fastidio—. Y tienen fiebre.

—Denles algo, lo que sea —respondió, volviendo la vista a los papeles sobre su escritorio.

—Pero...

—¿Pero qué?

—Quieren ver a su papá.

El hombre finalmente pronunció esas palabras. Su jefe lo miró con incredulidad y fastidio; era bien sabido que él los odiaba. Se notaba a leguas que estar cerca de ellos le resultaba insoportable.

A regañadientes, se levantó y salió de la oficina, dirigiéndose a la habitación que anteriormente había sido de su hijo. No estaba en condiciones de ser ocupada; con suerte, habría algunas sábanas y la cama estaría limpia, pero a él no le importaba en lo absoluto si esos pequeños estaban pasando por alguna dificultad o si estaban enfermos. ¿Por qué habría de preocuparse? Ni siquiera con sus propios hijos había tenido problemas similares, y ahora, un par de "cachorros" sin padres se atrevían a importunarlo.

Entró en la habitación, observando desde la puerta al par de niños. El niño abrazaba con fuerza a su hermana, quejándose del dolor y sudando profusamente.

Intentó acercarse, pero Alexey lo miró de manera amenazante. Se detuvo, y por un momento pudo ver en él un reflejo de Zhenya cuando era pequeño. Aunque no había pasado mucho tiempo con sus hijos como lo habría hecho un padre normal, tampoco era indiferente a ellos. Ver a ese niño allí, tan imponente a pesar de ser apenas un pequeño que no superaba los diez años, le resultó desconcertante.

Un sentimiento de orgullo lo invadió repentinamente. Podía vislumbrar un futuro prometedor en su nieto. Era un experto en identificar el potencial en las personas, y en Zhenya no había visto más que a un niño débil, influenciable, tonto y sin ningún valor. Pero quizás ese niño...

Sonrió levemente.

—Mi papá —mencionó el pequeño sin cohibirse—. ¡Quiero a mi papá! —exigió con firmeza. Vissarion desvió la mirada hacia la niña que respiraba con dificultad, sudando debido a la fiebre. Tenía el rostro enrojecido y parecía sufrir leves calambres.

MÍO || CAESAR X ZHENYA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora