𝐁𝐎𝐑𝐍 𝐓𝐎 𝐁𝐔𝐑𝐍 ━━━━ 𝐇𝐎𝐓𝐃

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Desembarco del Rey
Año 128 d.c.
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Hoy era el gran día. Una cena se elaboraba con anticipación para poder tener todo listo.

Afuera de sus aposentos seguramente habían personas agitadas aún cuando era medio día. Si le preguntaban cómo eran sus ánimos en ese instante sin duda respondería de mala gana.

No había querido salir para nada y tampoco había probado bocado alguno. El mero pensamiento de todo lo que vendría en unas cuantas horas le había esfumado el apetito.

Seguía sin obtener noticias de su tío lo cuál la desesperaba en cierto modo. Pero no podía darse el lujo de que todos su pensamientos fuera dirigidos a él.

Tenía deberes en los cuales enfocarse y su tío no era ninguno de ellos.

— Ah Laenor... —exhaló un suspiro de tristeza— ...si tan solo me hubieras dado un poco más de tiempo —añadió mirando el resplandente cielo despejando, desde su balcón.

Después de unos segundos de contemplar la vista, se adentró nuevamente en su estancia, sentándose cerca del ventanal.

— ¿Desea que le traigan algo de comer, princesa? —preguntó una mujer, acercándose rápidamente a ella.

Tardo unos segundos en responder. No tenía ganas de ingerir ningún alimento, pero su cuerpo exigía lo contrario. Finalmente asintió con pesar, sin emitir ninguna palabra.

— ¿Algo en específico, princesa?

— Cualquier cosa está bien, gracias —respondió, cortamente.

La mujer asintió, haciendo una corta reverencia antes de marcharse.

Se suponía que debería estar recibiendo a su hermano menor, Daeron: tras su llegada hace unos cuantos minutos, sin embargo no deseaba salir de sus aposentos.

Su mente era un sinfín de pensamientos, cada uno más estimulante que el otro, lo que le ocasionaba un dolor punsante y constante.

Si pudiera tomaría a sus hijos y emprendería un vuelo en Syrax a un lugar lejano de King's Landing, quizá al otro lado de poniente, pero no podía.

La creciente lejanía que Jacaerys estaba tomando con ella, no era mejor en lo absoluto. Tal vez todo lo que estaba ocurriendo se lo merece de una forma u otra. Quizá sea una especie de karma.

[...]

— ¡Mi adorado hijo! —pronunció la Reina en alto, esbozando una sonrisa la cual irradiaba una alegría inmensa mientras se acercaba al susodicho.

Por un fugaz momento Aemond sintió una punzada en el pecho. Su madre jamás lo había tratado de la forma con la que estaba tratando a su hermano menor, bueno ni a él ni a sus otros hermanos, sin embargo él era el más cercano a su madre de los tres y nunca había obtenido esa muestra de afecto por parte de la mujer.

Sintió dolor. Y se odió a sí mismo por ello.

Enfocó su vista en su hermano menor, mirándolo detalladamente.

Era de estatura alta —Tan solo unos cuantos centímetros más bajo que él—, delgado y esbelto, su vestimenta era de color negro con ligeros bordados rojos, carecía del verde común de Hightower, lo cuál se le hizo extraño.

Facciones finas y nobles, marcadas pero a su vez suaves, sin duda un rostro atractivo a la vista. Poseía los ojos naturales de un Targaryen; violetas, al igual que el típico cabello rubio rozando el blanco, no era tan largo, le llagaba poco más arriba de los hombros.