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—No logro entender porque me pides hacer esto, ¿no eres tú el que se encarga de este tipo de cosas? —preguntó, ligeramente fastidiado ante la insistencia de su hermano.

—¡Anda!, ¿cuál es el problema?, no pierdes nada —se acercó un poco más hasta él, tratando de hacerlo cambiar de opinión—, además, eres tú quien puede disfrazarse de un simple mundano y persuadirlos con tu apariencia tan… exótica —rodó los ojos.

—En ese caso, mejor me la tiro

—¡Eros! —llamó la atención—, no seas tan burdo

—Eso no es ser burdo, tú eres el aburrido —se burló, estaba por marcharse pero al ver a su hermano parado frente a él, con cara triste hizo que se arrepintiera un poco. Lo meditó un par de segundos y maldijo en sus adentros mientras presionaba con fuerza sus ojos antes de volver a hablar— te ayudaré, bien, pero mejor que sea rápido

A veces se odiaba a si mismo por tener –tal vez muy en el fondo–, un corazón de pollo ante quienes amaba.

Anteros saltó de felicidad y juntos volaron hasta donde los humanos habitaban, se ocultaron en el mismo edificio del día anterior, tan solo para ajustar detalles.

—Solo vas a ir ahí, le vas a hablar sobre cosas y la invitarás a caminar cerca de donde ese chico se encuentra, ¿lo ves? —apuntó, el castaño asintió mirando con poco interés—, entonces, como ella va a estar entretenida, no se dará cuenta de que está por chocar con alguien. Cuando lo haga, él la ayudará y ahí el amor florecera —explicó— Es todo lo que debes hacer, no es tan difícil.

—Si que eres todo un doctor corazón, ¿he? —dijo sarcástico, el menor fingió estar avergonzado por el ‘halago’, mientras que el castaño solo rodó los ojos— ¿porqué no la flechas y ya?, eso es lo que hacemos —cuestionó sin ganas de tener que interactuar con esa chica—, además, ¿de qué carajos le voy a hablar yo?

—Si los flechamos, es menos interesante —suspiró— Lo que quiero es que exista un encuentro que recuerden y sea bello, que una conexión abra camino entr-

—Si, si, ya entendí —interrumpió— No sé, ros... honestamente no me apetece mucho interactuar con los humanos hoy

—Solo has que te siga hasta el chico y ya —finalizó.

—¿Tú solo vas a observar? —el otro asintió.

—Mhm, cuando suceda lo de la caída los flecharé. Debo estar atento —el castaño asintió suspirando, luego ambos volaron hasta sus lugares listos para iniciar. Cupido se ocultó en un callejón vacío y oscuro, cambiando su forma a la un mundano, igual que la noche anterior, aunque todavía no terminaba de acostumbrarse a la sensación.

Suspiró una última vez y dibujó una sonrisa relajada en su rostro, mostrando una perfecta tira de dientes blancos. Caminó con confianza hacia donde la víctima del plan se encontraba, mientras algunas miradas curiosas tanto de chicos como de chicas iban a parar hasta él, y eso le fascinaba.

Le gustaba sentirse amado y deseado por los humanos, le resultaba divertida la idea, y le encantaba saber que nunca podrían tenerle de ningún modo.

Llegó hasta su destino, inmediatamente la chica volteó hasta él y quedó hipnotizada ante lo que sus ojos veían.

—Hola —saludó con un toque coqueto, a veces no lo hacia a propósito, simplemente le salía por naturaleza—, llamaste mi atención hace algunos minutos... ¿quieres acompañarme?

La chica, sin decir nada, asintió y caminó junto al castaño, dejando a su grupo de amigos atrás. Cupido no tenía ganas de conversar mucho con ella, menos para algo tan sencillo, por lo que optó por hacerla hablar a ella, y esta con gusto lo hacía sin parar. El castaño no estaba prestando atención a nada, le entraba por un oído y salía por el otro, perdido en sus pensamientos. Solo se encargaba de fingir mientras la guiaba hasta el otro chico sin que ella supiera, ni si quiera de esforzaba por dirigirle la mirada.

The Cupid's Love - MaxleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora