Parte seis

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Lola estaba en una casa que parecía sacada de una pesadilla

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Lola estaba en una casa que parecía sacada de una pesadilla. Las paredes eran grises y se extendían en un laberinto interminable de pasillos estrechos y sin ventanas. Cada rincón de la casa estaba envuelto en una penumbra inquietante, y el aire era denso, como si estuviera cargado de angustia.

Caminaba descalza, sintiendo el frío del suelo bajo sus pies. La casa era extrañamente familiar, pero cada vez que intentaba recordar por qué, su mente se llenaba de confusión. Los ecos de sus propios pasos resonaban, haciéndola sentir aún más sola. De repente, lo vio. Mauro estaba ahí, de pie en medio de una sala oscura, con su eterna sonrisa falsa. Sus ojos fríos y calculadores la observaban con una intensidad que le helaba la sangre. No dijo una palabra, pero su presencia era lo suficientemente opresiva. Lola sentía que no podía moverse, que cada fibra de su ser estaba atrapada bajo su mirada.

Intentó hablar, pedirle que la dejara en paz, pero su voz no salía. Mauro dio un paso hacia ella, y el suelo bajo sus pies pareció desmoronarse. De repente, se encontró en una especie de sótano, donde las paredes estaban cubiertas de fotografías de ella, todas tomadas en momentos en que no se había dado cuenta. Las fotos mostraban su dolor, su miedo, su desesperación. Mauro apareció a su lado, susurrándole al oído. "No te voy a dejar en paz lola," dijo con esa voz suave y peligrosa. Lola intentó gritar, pero el sonido se quedó atrapado en su garganta. Sentía el peso de su presencia, la opresión de sus palabras.

Con un esfuerzo titánico, Lola logró moverse, corriendo por los pasillos interminables, buscando una salida que no parecía existir. Cada puerta que abría la llevaba de vuelta al mismo lugar, frente a Mauro, que ahora reía con una risa cruel y burlona.

Finalmente, Lola cayó al suelo, exhausta. Miró hacia arriba y vio a Mauro inclinándose sobre ella, sus ojos brillando con una mezcla de triunfo y malicia. Antes de que pudiera tocarla, se despertó, jadeando, con el corazón a punto de estallar. Las sombras de la habitación parecían alargarse y moverse, alimentadas por los vestigios del sueño. Respiró hondo, intentando calmarse, y se incorporó lentamente. El sudor empapaba su piel, y la sensación de frío de la pesadilla aún persistía en sus huesos.

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⏰ Última actualización: Aug 18 ⏰

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