Capítulo 2: Ajustes y Tensión

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Elena se despertó al día siguiente con una sensación de desorientación. Tardó unos segundos en recordar dónde estaba y por qué había una guitarra apoyada contra la pared al otro lado de la habitación. Lucas. Claro. Se frotó los ojos y se levantó con cuidado, tratando de no hacer ruido. Lucas todavía dormía, su rostro relajado y despreocupado.

Elena aprovechó la tranquilidad de la mañana para salir de la habitación y explorar el campus. Caminó hasta la cafetería y se tomó un café mientras revisaba su horario de clases. Todo era nuevo y emocionante, pero también un poco abrumador. Después de un rato, decidió regresar a la habitación para preparar sus cosas para las clases del día.

Al abrir la puerta, encontró a Lucas levantado, con una taza de café en la mano y su guitarra al lado.

—Buenos días —dijo él, con esa sonrisa que parecía siempre estar en su rostro.

—Buenos días —respondió Elena, tratando de sonar neutral.

Lucas se estiró y se acomodó en su silla, mirando a Elena con curiosidad.

—Así que, ¿qué estudias?

—Ciencias Políticas —dijo ella, colocando sus libros en la mochila—. ¿Y tú?

—Música —respondió Lucas, con evidente orgullo—. Composición y teoría.

Elena asintió, sin saber qué más decir. La música era algo que admiraba, pero no sabía mucho sobre ella.

—¿Y qué te trajo aquí? —preguntó Lucas, rompiendo el silencio.

—Quería alejarme un poco de casa y tener nuevas experiencias —dijo Elena—. ¿Y tú?

Lucas se encogió de hombros.

—Lo mismo. Además, esta universidad tiene un gran programa de música.

Elena asintió de nuevo, sin saber cómo continuar la conversación. Se sentía incómoda y fuera de lugar. Decidió que lo mejor sería concentrarse en sus tareas.

—Bueno, tengo que ir a clase —dijo, levantando su mochila.

—Yo también. ¿Te importa si te acompaño? —preguntó Lucas, sorprendiéndola.

Elena vaciló, pero asintió.

—Claro, no hay problema.

Salieron juntos del dormitorio y caminaron hacia el edificio principal. Lucas mantenía una conversación animada sobre las bandas y músicos que le gustaban, mientras Elena escuchaba y asentía de vez en cuando. Aunque la personalidad segura y arrogante de Lucas a veces la exasperaba, no podía negar que era fácil hablar con él.

Cuando llegaron al edificio, sus caminos se separaron.

—Nos vemos luego, compañera de cuarto —dijo Lucas, con una guiñada.

—Hasta luego —respondió Elena, entrando al aula de su primera clase.

Durante el resto del día, Elena se concentró en sus estudios y en adaptarse a su nuevo entorno. Pero no podía dejar de pensar en Lucas y en cómo su presencia había alterado por completo sus expectativas para este semestre.

Al final de la tarde, regresó al dormitorio, esperando encontrar un poco de paz. Pero cuando abrió la puerta, encontró a Lucas sentado en su cama, tocando la guitarra y cantando suavemente.

Elena dejó escapar un suspiro de frustración.

—¿No tienes algún lugar donde practicar que no sea aquí? —preguntó, intentando mantener la calma.

Lucas levantó la vista y sonrió.

—Podría, pero me gusta este lugar. Además, tienes que admitir que mi música no es tan mala.

Elena se cruzó de brazos.

—No es que sea mala, es solo que necesito un poco de silencio para estudiar.

Lucas la miró por un momento, luego dejó la guitarra a un lado.

—Está bien, haré un trato contigo. Prometo practicar en otro lugar durante tus horas de estudio si me ayudas a organizar mi horario de clases. No soy muy bueno con eso.

Elena consideró la propuesta. No era un trato tan malo.

—De acuerdo —dijo finalmente—. ¿Cuándo quieres empezar?

—¿Qué tal ahora? —Lucas sacó su horario de clases y lo extendió sobre su escritorio.

Elena se acercó y comenzó a ayudarlo a organizar su tiempo, sorprendida de lo fácil que era trabajar juntos cuando no estaban discutiendo. A medida que avanzaban, la tensión entre ellos parecía disminuir un poco.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Elena se dio cuenta de que, aunque Lucas podía ser irritante, también tenía sus momentos. Quizás, solo quizás, compartir habitación con él no sería tan terrible después de todo.

Pero aún así, el semestre prometía ser todo menos aburrido.

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