El Hada y El Mago

Epilogo.

500 años habían pasado, 500 años de miseria, dolor, soledad y más dolor para el Mago.

El Mago estaba en su castillo, miraba el cuerpo bien conservado de su amado, pues no estaba muerto solo dormido, dormido por un hechizo.

Miro a su alrededor, todo era una miseria.

¿Su bosque?

Su bosque murió, en lugar de parecer un bosque mágico y maravilloso. Ahora parecia un bosque embrujado y maldito, que de cierta forma lo era.

Miro los cientos de libros de Magia que había leído, tomo uno y lo arrojo contra la pared. Estaba muerto en vida, pasaba todos los días y noches buscando el poder.

Se acerco hasta el cuerpo del Hada y acariciaba su fría mejilla. Su piel estaba blanca, sus labios pálidos y secos, su cabello más opaco y sus ojitos tan expresivos estaban cerrados, la sonrisa no estaba.

El Mago lloro otra miserable noche más.

−Mago, debe parar− hablo la Luna.

−¡Déjame de una maldita vez!− grito el Mago, la Luna se ocultó entre las nubes oscureciendo más aquel bosque.

−Amor, amor mío ya dormiste mucho bebé, debes despertar y hacerme feliz de nuevo− el Mago tomo una de las manos de Wanyin y la beso −Debes despertar, volverme a sonreír− no hubo respuesta alguna, solo silencio sepulcral.

El Mago preparo lo necesario para intentar el conjuro de nuevo. Ya no contaba las veces que lo había intentado. Muchas.

Mezclo lo necesario y recito las palabras frente al cuerpo de su Hada, utilizo su Magia. Pero no funciono, otra vez.

−Maldición, ¿Por qué? ¿¡Por qué!?− el Mago se tiro de rodillas, abrazando el cuerpo de Wanyin −No te preocupes amor, nadie más podrá lastimarte−

Un vago recuerdo se reprodujo en la cabeza de Xichen. La primera vez que él y Wanyin hicieron el amor... Wanyin nervioso pero travieso, entre besos, risas, confesiones y mimos sin duda uno de los mejores recuerdos alojados en la mente del Mago.

Una lagrima de verdadero dolor callo en los labios del Hada... el Mago lloraba con toda su alma.

−Perdón amor, lo prometí, pero no soporto estar sin ti− el Mago salió de su castillo con lágrimas en sus ojos, fue en dirección al lago que tanto les guardo.

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El Mago se encontraba dormido en el lago, sí; dormía para opacar su dolor.

Unas suaves manos se pasearon por su cabello negro.

Abrió sus ojos, y su mirada se perdió en una sonrisa dulce, pero ¿Esta soñando?

−Xichen amor−

−Wanyin, ¿Eres real?−

−Lo soy−

El Mago se levantó y abrazo al Hada como si no tuviera una eternidad para hacerlo.

−Eres tú...−

El Mago tomo el rostro del Hada, viendo como aquellos apetecibles labio habían recuperado su color.

Ese mismo día el Hada y el Mago hicieron el amor una vez más, con todo el amor que se tenían, que se guardaron. También deseo contenido por 500 años.

El bosque volvió a tomar su brillo, vida y esperanza.

Lo que el conjuro necesitaba era amor expresado con dolor. El Rey del mal no pensó que el Mago realmente amara hasta tal punto.

Años después.

−A-Ling, mi papi dijo que no debías salir del bosque− el pequeño Mago Lan advertía a su hermanito, que era un Hada.

−No salí del bosque−

−Niños− hablo una voz masculina, perteneciente al Gran Mago Lan Xichen −Papá Wanyin se enojará conmigo y dirá que no los cuido bien−

Xichen regaño a sus pequeños gemelos, que daban más vida y alegría a aquel bosque maravilloso.

Llegaron al castillo. Los pequeños traviesos se perdieron ahí otra vez.

El Mago llego y se sentó en su trono −Amor, nuestros hijos son desobedientes− hablo el Mago, Wanyin se sentó en sus piernas y lo beso.

−¿Aun así quieres que te de otro?− interrogo el Hada con malicia, sabiendo lo que provocaría.

−Aún falta 2 varoncitos y 1 princesa, mi amor− el Mago acaricio las pierna de su amado y volvió a unir sus labios, ambos sonrieron en medio de aquel beso.

Xichen pensó que valió la pena cada cosa, porque ahora era inmensamente feliz, con el hombre que un día en medio del bosque por fin pudo amar.