Capitulo 01.

119 16 2
                                    

Un Mago de apariencia joven, muy guapo, vivía en las profundidades del bosque encantado.

Los bellos árboles y plantas de todo tipo, además; animales, duendes, unicornios e infinidad de seres maravillosos hacían ese lugar un paraíso.

Y aquel Mago era el dueño, encargado y Rey de ese bosque...

¿Qué más podría pedir?

El Mago era amoroso en cuanto a cualquier cosa que de su bosque se tratara, pero en su corazón había amargura, una amargura inmensa.

Miraba los seres de su bosque, las mariposas, lobos, duendes, los veía emparejados, todos tenían un compañero.

Pero él, ¿Por qué a pesar de su magia no encontraba el amor?

La soledad lo ahogaba.

Se distraía hablando con los frondosos y hermosos árboles, plantas hermosas y también con los animales...

Él amaba su bosque, cada roca, cada árbol, cada ser. Pero el buscaba otro tipo de amor.

Buscaba un ser con quien compartía aquel lugar, un ser al cual amar con su cuerpo y alma.

Deseaba poder tener los labio de otro ser sobre los suyos, deseaba poder sentir unos brazos que lo hicieran sentir querido, deseaba ser amado; amar y ser amado por alguien que quisiera una muy larga vida junto a èl.

Dolía saber que quizás jamás lo encontraría.

Lloraba en silencio.

Poco a poco aquel hermoso bosque fue perdiendo su color, luz y esperanza, no era porque el Mago lo descuidara, pero el bosque necesitaba a su Mago feliz para poder brillar.

Y el Mago lloraba desconsoladamente, noche tras noche.

El Hada y El MagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora