CAPÍTULO 11

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Era oscuro donde estaba, y silencioso. El tiempo pareció quedarse quieto en el abismo. No soñaba. No había recuerdos para hacerle compañía. Era como si hubiera sido enterrado vivo en el fondo de un oscuro y profundo foso.

De vez en cuando, la oscuridad se alzaba un poco y una voz le hablaba suavemente. No la reconocía, pero era profundo, retumbante y calmante. Otras veces, sintió manos en su cuerpo y labios calientes besando su boca. El contacto de esas manos era muy, muy familiar. Las manos calientes y fuertes lo apapachaban, acariciaban su rostro, lo abrazaban fuertemente. Trató de pensar cómo conocía esas manos; pero los recuerdos se deslizaron como polvo en el viento. Era como tratar de atrapar el humo.

Pero esos eran los momentos en los que vivía, por muy breves que fueran; le dejaron saber, incluso cuando se deslizaba de vuelta a la oscuridad profunda del abismo donde esas manos y esa voz no podían alcanzarlo; que no estaba solo.

Nunca estaba solo.

Th3 D3vil Trill - HARCODonde viven las historias. Descúbrelo ahora