𝒗𝒊𝒊. 𝗳𝗮𝗹𝘀𝗼

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La promesa no duró más allá de un mes, como era de esperarse. Con Mauro se podía esperar de todo menos un cambio para bien y en su relación era casi imposible de que esto pasara.

Confíaba en él pero sus inseguridades salían siempre que no hallaba la forma de esconderlas más. Trataba de no hacer notar aquella inseguridad que tanto había afectado en su relación.

La falta de confianza.

Mauro nunca le explicaba las cosas, sólo gritaba y negaba todo lo que había dicho, tratandolo de loco o como esa palabra que siempre repetía "paranoico". Y empezaba a creerla, porque se sentía un tóxico cuando el ojiverde no llegaba a tiempo a sus citas, o simplemente no contestaba sus mensajes.

Para su fortuna hoy era uno de esos días que todo estaba en paz, él estaba en paz.

Estaba quedándose dormido en el pecho de Mauro, mientras veían una película. No había momentos más lindos que estos, donde todo en él estaba tranquilo y podía sentir la cercanía de su pareja.

—¿Te estás quedando dormido?.

Asintió suavemente ante la pregunta y sintió un beso en su cabeza.

De pronto la televisión se apagó, Mauro estaba acomodandose a su lado, encarandolo directamente.

El morocho le sonrió tiernamente y ambos se quedaron dormidos lo que restaba de la noche. Estaba tan cómodo entre sus brazos, sintiéndo ese cuidado que había sentido desde un inicio en su relación, eso lo llenaba de ilusión y esperanza en que él cambiara.

La mañana llegó tan rápido, que el morocho no logró procesar nada, sabía que estaba siendo todo muy tranquilo para las discusiones, que esperaba, no se repitieran. Y como si lo hubiera deseado, ahí estaban, en otra discusión.

—¿Entonces quién es?, ¡Tiago respondé!.

El mencionado no hizo más que verlo molesto.

Tiago había recibido algunos mensajes de un amigo. Antes de reconciliarse con el ojiverde, comenzó a tener contacto nuevamente con él, ya que estaba en la ciudad. Fueron amigos en la escuela hasta que en la facultad, el otro tuvo que irse de la ciudad por cuestiones de su familia y no lo volvió a ver. Fueron grandes amigos.

Y ahora el ojiverde le estaba reclamando por esto, su amigo le coqueteó en broma mediante un par de mensajes y se encontraba molesto. Una total estupidez, de nuevo.

—¡Contéstame o te juro que me voy! —amenazó Mauro con el celular de su novio en la mano.

Tiago no sabía que hacer, estaba indeciso entre explicarle o dejarlo que se fuera. Era consciente de la escena de celos y no iba a permitir que lo controlara.

—¡Es un amigo, ya te dije, Mauro!.

—¿Y por que mierda te dice lindo, eh? —cuestionó leyendo el chat que tenían —. "Espero que nos volvamos a ver, sos lo más Tiaguito". ¡Explicáme quién mierda es!.

El morocho se quedó en silencio, aún debatiendo mentalmente en que debía hacer. Se odiaba por amarlo tanto.

Soltó un suspiró y comenzó a hablar

—Es un amigo de la infancia, ¿si?. Hace unas semanas él volvió a Argentina y salimos a comer, ¡nada más!. En plan de amigos.

El ojiverde tensó su mandíbula mientras el otro explicaba. Negó varias veces aún molesto.

—¿Y por qué no me lo dijiste antes?, ¿me estabas ocultando algo?.

—¡No, no, Mauro! —negó rápidamente —. ¡Sólo no le ví importancia, es todo!.

Escuchó su risa sin gracia y entendió que no iba a parar de recriminarle muchas cosas.

—¿No confiás en mí? —preguntó Lit en ese tono sensible —. Yo te entrego toda mi confianza y vos no hacés nada para que esto cambie.

Tiago frunció las cejas ahora, confundido.

—¿Yo no hago nada?. ¡Vos sos el que siempre me reclama por todo!.

—¡No lo hacés!. ¡Parece que estoy hablando con una pared, nunca me hacés caso!.

—¿En que cosas no lo hago?, ¡tengo todo el maldito tiempo para vos! —reclamó el morocho, las lágrimas amenazaban con salir —. ¡Y tú no te podés detener ni un segundo para preguntar como mierda estoy!.

Sintió la mirada intensa del ojiverde, sus ojos estaban apretados, como si buscara la forma de reprimir algo. Inesperadamente Mauro comenzó a lanzar las cosas que habían a su alcance, lanzó platos, vasos y hasta el celular de su novio.

—¡Yo siempre doy todo por vos! —gritó en un estado de ira que comenzaba a nublarle la mente —. ¡Vos sin mí no sos nada, Tiago!, ¡no sos nada!.

Intentó apartarse al notar que estaba yendo contra él. Recibió un empujón y las manos del ojiverde tomaron con fuerza sus hombros comenzando a sacudirlo mientras le repetía lo mismo.

—¡Todo lo que he hecho por tí y vos me cagás así!. ¡No sos nada sin mí, entiendelo, Tiago!.

El morocho no pudo reaccionar, buscó la forma de escapar de su agarre pero éste ya lo había empujado contra el sofá bruscamente. Mauro ahogó un grito mientras se alejaba cubriendo su rostro de la ira que lo estaba llenándo.

Últimamente había estado de esa manera, tan irritante, se molestaba por todo y su humor cambiaba drásticamente. Tal vez estaba sufriendo de algún de tipo se transtorno de bipolaridad o algo parecido, si no, Tiago no entendería el por qué su reacción.

No puso hacer más que llorar en silencio, se encerró en el baño temiendo que Mauro volviera a descontrolarse.

Nada estaba yendo bien, más bien, como lo esperaba.

vuelvo con i amolii como estáaanlos quiero gracias por leer<3

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