Capítulo III

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Era de noche, todos estaban reunidos en la cantina de Dionne, había muchos gritos y comentarios en desacuerdo por lo dicho por su jefe. Ser el hijo del jefe, no sirve de mucho cuando tus habilidades en la cacería, el combate, saber infiltrarse en territorio enemigo y la diplomacia, son tan vanas que no sobresalen de habilidades de un niño de tres años que apenas sabe cuándo dejar de hacer preguntas por todo.

—¡Ese niño nos condenará jefe! —habló un hombre entrado en sus 40, de rostro curtido por los años de batallas peleadas, con un dedo acusador hacia el hijo del jefe —¡y usted lo sabe!

Comentarios como ese se escuchan en todo el recinto, por parte de los que ya conocen en primera persona, por no decir todo el mundo, la torpeza del muchacho que se encuentra al lado de una joven morocha, parada derecha con el porte de un general, cabeza en alto, mirada y rostro estoicos, si bien era algo baja, era capaz de derribar al hombre más experimentado. En cambio, el muchacho a su lado era delgado, no como otros muchachos de su edad, que, si bien eran delgados, también eran fornidos, en cambio él, no parecía entrenado, su rostro era altanero y su sonrisa petulante, no le molesta que la gente hable mal de él, después de todo, él es un simple inútil que no sabe pelear y lo único que hace es estorbar a los demás, sí, ya estaba costumbrado a que lo señalen.

  —Muy bien… Bien… —empezó a decir el jefe, pero su paciencia se acabó y gritó —¡Silencio! Ya sé que mi hijo no es muy habilidoso en cuanto a técnicas de combate ni mucho menos, pero esta misión requiere de alguien que tenga habilidades de labia e improvisación.

Tras esas palabras, el caos volvió a desatarse. Nadie iba a aceptar que Phelan Janus sea capaz de completar una misión y salga convida, él y quien sea que esté a su lado. Pero claro, todos pueden ser críticos, pero muy pocos analíticos. El bullicio era mucho, hasta que se escuchó un fuerte silbido, provino de un chico en la entrada del lugar, los que estaban cerca miraron con molestia al responsable ya que los aturdió, era Démian, al parecer venía de cazar, por los conejos en sus hombros.

—Escuchen al jefe, está tratando de decir algo importante.

Esas fueron sus únicas palabras, sus oscuros orbes observaron en toda la estancia, hasta que encontró a quien buscaba, dicha persona lo saludó con un movimiento de cabeza, saludo que correspondió de la misma forma, luego observó al jefe quien le agradeció con la mirada y continuó hablando de la misión, la cual, consistía en que los jóvenes junto al jefe irían a hacer un simple trabajo de reconocimiento y volverían, o eso fue lo que dijo el jefe al menos.

—¿Sabes que existen modos menos dramáticos de entrar en un lugar?

—¿Sabes lo difícil que es conseguir el veneno de tus flechas? —devolvió la pregunta a su amiga, quien simplemente le sonrió y abrazó por los hombros, gesto no correspondido, pero no le toma importancia.
—¿Son para Dionne?

—La mitad. Ahora vuelvo —la apartó con suavidad y fue donde la cocina a dejar sus presas, pero se dio la vuelta —. Te veo donde siempre, en cinco.

—Es un hecho —lo vio alejarse, luego dio la vuelta y tocó el hombro de uno de sus amigos a su lado —. Oye Nick, cuéntame cómo terminan las cosas luego ¿sí?

—Claro —fue su respuesta, pero él estaba distraído mirando a TJ, que estaba junto a la barra con su madre y hermana escuchando a su padre y marido, respectivamente.

Lex lo miró esperando que dijera algo más, pero no hubo nada más, así que lo golpeó fuerte en el hombro, él se quejó y ella suspiró exasperada y se alejó murmurando algo sobre los hombres y lo idiotas que pueden llegar a ser. Nickolay miró a sus compañeros buscando respuestas, pero sólo recibió una negación con la cabeza y encogimiento de hombros.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2024 ⏰

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