5 ; conociéndonos

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Ayer después de terminar de pulir la canción me quedé hablando con Patricio. Se había hecho re tarde, y sus hermanos y Sebastián decidieron partir a casa. Él quiso quedarse para terminar algo, y yo le dije que me quedaba con él para hacerle compañía y ver si podía ayudar con algo. No sé si al principio le agradó mucho la idea, se que es un tipo que le gusta tener su espacio, pero tampoco está mal tener compañía y alguien al lado, aunque nada haga.

Cuestión, al principio no hicimos ni dijimos nada, los dos estábamos en nuestro mundo, yo haciendo dibujitos en una hoja que él había dejado de lado con bocetos de canciones, y él sacando riffs y melodías para los demás temas. Iba y venía, hablaba solo a veces y susurraba puteadas cuando se equivocaba o algo le salía mal.

En un momento dejó la guitarra de lado y suspiró, golpeando sus piernas con las palmas de sus manos. Yo lo miré de costado mientras dejaba de dibujar.

-¿Qué hora es?- Dijo, levantándose de la silla y acercándose a la mesa en la que estaba yo haciendo lo mío.

-No sé, es tarde eso sí.- Le dije con simpleza mientras volvía la vista a mi obra de arte. Bah, obra de arte, era un dibujo a medio hacer de Guido. No sé por qué se me dió por dibujarlo, es que es muy dibujable, y bonito, y atento.

-¿Ese es Guido?- Dijo divertido mientras se sentaba en la mesa y miraba lo que estaba haciendo. Yo bajé la cabeza y cubrí un poco el dibujo. Sentí su risita y como no dejaba de mirarme.

Levanté los hombros y no le respondí ni lo miré. Queti.

-No te hagas la boluda, veo como lo mirás.-

Levanté la cabeza de golpe y lo miré con bronca.

-¿Qué estás diciendo? Callate.- Escupí y se rió fuerte.

Igual es verdad. Hay algo en él que me dan ganas de conocerlo más, no sé por qué. Tiene un aura atractiva, que te hace querer estar con él y no irte de su lado. Su mirada es suave y es como si sonriera con los ojos cuando ve a sus hermanos. Es magnético.

-Estoy diciendo que es hora de que le hables, mamita. Eso.- Comentó con soltura mientras me observaba enderezarme. -Y no hablarle como lo haces siempre, hablarle hablarle.- Hizo énfasis en la última palabra y se echó para atrás, apoyando el peso de su cuerpo en sus brazos sobre la mesa mientras me miraba.

Lo miré un segundo para después resoplar por la nariz y desviar la vista hacia un costado.

-¿Crees que le interese?- Pregunté con timidez. -Digo, hablar conmigo y salir conmigo a algún lado, no sé.-

Se corrió un mechón de pelo con un movimiento de la cabeza y se rió bajito.

-Creeme que sí.- Se sinceró, y yo sonreí sin mirarlo, mi vista clavada en mis Converse negras. Podría intentarlo.

No, voy a intentarlo. Uno de estos días, voy a hablarle.

Sí.

¿Y si me dice que no y me manda a cagar?

-No seas tan insegura.- Dijo por lo bajo, como para sí mismo, y yo lo miré inmediatamente. -Sos una mina preciosa, en serio no tenés por qué tener miedo. Cualquiera se moriría por estar con vos.- Se confesó y yo le sonreí inconscientemente mientras me tocaba el pelo y lo trenzaba entre mis dedos. -Y encima de eso, sos baterista. Una bomba, literalmente.- Completó para después dejar una de sus manos en mi cabeza mientras me miraba con una sonrisa ladeada.

Miento si digo que no me puse algo nerviosa.

Nunca fui buena para recibir halagos y palabras bonitas. No quiero que esto parezca una película cursi de romance empalagoso y una protagonista que quiere aparentar otra, pero toda mi vida fui la "rara" y la chica a la que dejaban de lado por tener otros gustos musicales que no fueran Britney Spears o Justin Bieber. O sea, si tenía algunas amigas, pero nunca encajé bien entre la gente de mi edad. Nunca fui de recibir palabras lindas ni confesiones ni salidas a ningún lado. Veía a las chicas de mi edad salir y hablar de chicos y de hacer deportes y ropa, y siempre me sentí fuera de lugar en cuanto a eso.

Hacelo Por Mí ; - Guido A. SardelliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora