Capítulo 3: Una acalorada noche

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Ambos se dejaron llevar por el calor del momento con sus labios encontrándose con una intensidad que había crecido desde el primer intercambio de miradas esa noche. La tensión que se había acumulado entre ellos se liberó en un beso profundo mientras sus manos comenzaban a explorar el cuerpo de cada uno con caricias que se volvieron más audaces con cada segundo que pasaba. Él la sujetó por la cintura, acercándola más mientras sus bocas se movían con una sincronía instintiva.

Los dedos de ella se deslizaron por su nuca, enredándose en su cabello mientras su otra mano recorría su espalda. En respuesta, las manos de él comenzaron a trazar un camino por su cuerpo, desde la cintura hasta las caderas, subiendo lentamente por su espalda. Con cada movimiento, el deseo entre ellos se intensificaba haciendo que el aire en la habitación se llenara de anticipación. Finalmente, Saúl decidió llevar las cosas un paso más allá; con un gesto lento y deliberado, deslizó sus manos hacia el borde del vestido rojo que ella llevaba puesto.

Comenzó a bajarlo con cuidado, despojándola de la prenda con suavidad como si quisiera prolongar ese momento. Mientras el vestido caía lentamente, su figura comenzó a revelarse, mostrando a una mujer delgada con curvas sutiles y bien definidas con su piel, de un tono blanco impecable que destacaba bajo la luz tenue acentuando la delicadeza de su cuerpo.

Cuando el vestido llegó a su cintura, su escote quedó expuesto revelando un sujetador de encaje negro que sostenía sus pechos con firmeza. La copa del sujetador era una talla B, ajustándose perfectamente a su figura y añadiendo un toque de elegancia. A medida que el vestido continuó su descenso, sus caderas quedaron al descubierto junto con la ropa interior que combinaba con el sujetador. Las bragas igualmente de encaje negro se ceñían a sus curvas resaltando su figura con sutileza. La lencería a la vez sofisticada y provocativa complementaba su apariencia, subrayando su atractivo de manera discreta pero efectiva que excitaba mucho al joven.

-¿Te gustan las vistas, Sau? -preguntó ella posando un poco enfrente del muchacho con un leve rubor, era obvio que ambos estaban bajo los efectos del alcohol pero igualmente de dejaron llevar.

Saúl la miró de una forma lujuriosa. -Me prende muchísimo, Laura...

Ella, sintiéndose algo halagada por las palabras del muchacho decidió tomar la iniciativa. Con movimientos deliberados sus manos comenzaron a deslizarse por el pecho de él, sintiendo la firmeza de sus músculos bajo la tela de su camisa. Sin dejar de mirarlo a los ojos, comenzó a desabotonar la prenda, uno a uno, con una mezcla de calma y decisión.

-Quiero verte -murmuró ella con su voz suave pero cargada de intención.

Él no respondió con palabras, pero su mirada lo decía todo. Había una mezcla de anticipación y deseo en sus ojos mientras observaba cómo ella retiraba su camisa dejando al descubierto su torso. Su piel, cálida al tacto, era un contraste tentador con la frescura del aire en la habitación. Ella dejó que la camisa cayera al suelo mientras sus dedos comenzaban a recorrer su pecho antes de deslizarse hacia abajo, hasta el borde de su pantalón.

Sin perder el ritmo, desabrochó el botón de su pantalón y bajó la cremallera con cuidado. Él respiró profundamente cuando sintió el roce de sus dedos, un gesto que solo aumentó la tensión en el ambiente. Ella notó la leve erección que se marcaba en la tela de su ropa interior mientras sus ojos se encontraron una vez más, compartiendo un entendimiento silencioso.

-Parece que te gusta esto tanto como a mí -dijo ella con una sonrisa que denotaba seguridad y picardía.

-No tienes idea... -respondió él, su voz ronca por el deseo contenido.

Con un movimiento fluido ella ayudó a que se deshiciera de sus pantalones que cayeron al suelo junto a la camisa. Él ahora solo llevaba un bóxer negro ajustado que apenas contenía la creciente erección. Ella lo observó con detenimiento tomándose un momento para apreciar la vista, sus manos recorrieron el contorno de su cintura antes de posarse sobre el bulto que se formaba en su ropa interior. El calor y la dureza que sentía bajo sus dedos confirmaban lo que ambos ya sabían: el deseo mutuo era innegable.

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⏰ Última actualización: Aug 11 ⏰

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