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Los días que le siguieron a aquella noche de sábado fueron un verdadero calvario para el pobre de Sasuke

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Los días que le siguieron a aquella noche de sábado fueron un verdadero calvario para el pobre de Sasuke. Por empezar, la fiebre no lo abandonó hasta la tarde del domingo. Eso por sí solo no era tan malo si se tenía en cuenta que su hermana cuidó de él todo el día, pero apenas si logró descansar un poco a causa de la temperatura: cada vez que se dormía tenía un sueño erótico protagonizado por Naruto, por lo que se despertaba con una erección o incluso con las sábanas manchadas (y le costaba mucho disimularlo frente a su hermana que lo conocía muy bien y notaba rápidamente cuando algo lo perturbaba).

Fue recién la tarde del lunes que se sintió totalmente restaurado, casi como si hubiera vuelto a la vida, pero la dicha le duró poco pues esa misma noche Hinata le sugirió que volvieran a almorzar con Naruto el martes, y Sasuke se vio en un aprieto a la hora de buscarse una buena excusa para rechazar la oferta. El fin de semana había sido largo y confuso, no lograba distinguir la realidad de lo que pasaba sólo en su imaginación, y si bien no estaba seguro con respecto al beso que le dio el mayor, sí estaba seguro de haber tenido una erección frente a Naruto cuando este le untó crema en el pecho, así que la sola idea de verlo después de eso lo atormentaba.

Su mente se iluminó en el último minuto y se excusó diciendo que había hecho planes para comer con Suigetsu, logrando escapar por poco de la terrible humillación que representaría enfrentar a Naruto luego de los confusos hechos.

Sobre todo porque se pasó la semana entera masturbándose con el recuerdo de Naruto acariciando su pecho, y con la fantasía de que hacía algunas cosas más.

Pero Naruto no había sido su único problema en la semana. Cuando regresó a clases el martes se encontró con un examen sorpresa de Ética que por poco le causa un infarto.

Tenía suerte de haber prestado la suficiente atención como para tener un vago recuerdo sobre lo que había visto la clase anterior y pudo responder las preguntas (¡todo lo que les había contado a Naruto y a Hinata sobre Habermas sirvió de algo!), pero debido a que la mayoría de sus compañeros no estaban en sintonía con la clase, el profesor mandó toneladas de tarea y textos larguísimos para leer y analizar que, junto con los trabajos de las demás asignaturas, lo mantuvieron ocupado todo el resto de la semana... y no pudo hablar con Naruto ni una sola vez de tan atareado que estaba, lo cual era contradictorio porque se juraba que se moriría de vergüenza la próxima vez que lo viera, y sin embargo se moría de ganas de hablar con él.

Sí, Sasuke entendía que no era el fin del mundo y que cualquier joven de su edad tenía exactamente los mismos problemas (¿estudiar era realmente un problema? ¿No poder hablar con su cuñado lo era?), pero eso no cambiaba nada, él quería hablar de música y de estupideces con Naruto, quería agradecerle por lo del sábado, quería sacarse la duda de si lo había besado realmente o no, quería asegurarse de que las cosas no estarían raras entre ellos... quería muchas cosas, y no estaba teniendo ninguna.

Por todos esos motivos, la llegada del fin de semana fue el mayor alivio que había experimentado en siglos. Nunca había recibido tan bien una noche de viernes de relajación completa como ese mismo viernes luego de una semana tan larga y estresante.

Don't tell HinataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora