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-Oh, por Dios, lo siento mucho. No tenía ni idea de que estabas ahí parado, perdón -decía un chico con un disfraz de paloma. Al parecer, se habían chocado porque Aquino estaba algo despistado viendo las diferentes decoraciones que se encontraban en aquella mesa.
Aquino no podía emitir ni un solo sonido; no sabía qué decir. Era la primera vez que interactuaba con un humano.¿que se suponia que debia de decirle?
-Hola -murmuró nervioso, esperando una respuesta. Miró fijamente los ojos del chico y se dio cuenta de lo hermosos y brillantes que eran. Tenía unos ojos lila, algo que nunca había visto en toda su vida.
El chico de paloma sonrió tímidamente al ver la reacción de Aquino. Había algo en esa mirada de sorpresa y fascinación que le hizo sentir más cómodo.
Pasaron unos minutos... minutos algo...incomodos.
-¿Es tu primera vez en una fiesta de disfraces? -preguntó el chico con curiosidad, intentando romper el hielo.
Aquino asintió lentamente, aún sintiéndose un poco torpe.
-Sí, en realidad, lo es. Estoy... umm, explorando -respondió, tratando de sonar casual mientras observaba los ojos lila del chico.
El chico de paloma rió suavemente.
-Bueno, ¡bienvenido! Soy Duxo. A veces puede ser un poco abrumador al principio, pero te aseguro que es bastante divertido una vez que te acostumbras.
Duxo hizo un gesto hacia la mesa llena de dulces y bebidas, invitando a Aquino a unirse.
-¿Quieres algo? Hay muchas cosas interesantes aquí.
Aquino dudó un momento, pero la amabilidad de Duxo le hizo sentirse más a gusto.
-Claro, gracias. No estoy muy familiarizado con esto, así que cualquier recomendación es bienvenida.
Duxo sonrió ampliamente y le indicó a Aquino que lo siguiera. Mientras se movían hacia la mesa, Duxo comenzó a hablar sobre los diferentes tipos de dulces y bebidas, haciendo que la conversación fuera más ligera. Aquino, a pesar de su nerviosismo inicial, comenzó a relajarse un poco y a disfrutar del ambiente. La noche parecía menos intimidante y más prometedora con cada paso que daban.
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Aquino notó la cálida sonrisa de Duxo y, por un momento, se sintió aliviado y cómodo en su presencia. Sin embargo, a medida que avanzaban hacia la mesa, un pensamiento inquietante comenzó a nublar su mente. Recordó que, como monstruo, su presencia en el mundo de los humanos era efímera; solo tenían esa noche para interactuar antes de regresar a sus propios mundos separados por el miedo y el desconocido.
