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Con el paso del tiempo, las clases de filosofía avanzaban lentamente. Lucasta y Soarinng prestaban mucha atención mientras Natalaan garabateaba dibujos extraños en la parte de atrás de los cuadernos de Lucasta. Aquino, aunque no necesitaba estudiar, se concentraba en la clase sin más nada que hacer. Además, desde los últimos puestos, tenía una excelente perspectiva del aula.

En un momento dado, el profesor pidió permiso para salir del salón, lo que relajó a todos los estudiantes. Algunos comenzaron a hablar, otros revisaban sus celulares o escribían en sus cuadernos. Mientras tanto, Lucasta y Soarinng discutían un plan para asegurarse de que el vampiro y el brujo pudieran seguir rondando por las calles sin peligro, mientras Natalaan se sumergía en un sueño profundo, acostado sobre la mesa.

Aquino observaba atentamente cada rincón del lugar hasta que su mirada se fijó en el cuello de uno de los estudiantes. Sintió como una voz interna le susurraba: "Muérdelo". Bajo su tapabocas negro, se relamía los labios.

Aquino respiró hondo, tratando de sofocar sus instintos mientras el sabor metálico de la tentación lo invadía. No podía permitirse perder el control, no cuando había llegado tan lejos. Lucasta y Soarinng lo observaban con preocupación, sus miradas llenas de incertidumbre.

-Estoy bien -repitió Aquino, más para convencerse a sí mismo que a los demás. Desvió la mirada del cuello del estudiante, sintiendo cómo la tensión se disipaba lentamente.

Lucasta le dio una palmada en el hombro, como una señal de apoyo. -Recuerda por qué estamos aquí, Aquino. Tenemos un objetivo, y necesitamos mantenernos bajo control.

Aquino asintió, agradecido por las palabras de su amigo. Pero dentro de él, sabía que la lucha interna solo se volvería más difícil a medida que se adentrara en este mundo humano.

El profesor regresó al aula, y la clase continuó como si nada hubiera pasado. Aquino se forzó a concentrarse en las palabras que se decían, intentando ignorar la pulsión que todavía latía en su interior. A su lado, Natalaan roncaba suavemente, ajeno a la batalla que su amigo estaba librando.

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Finalmente, la campana sonó, marcando el final de la clase. Los estudiantes comenzaron a levantarse y salir del aula, pero Lucasta, Soarinng, Aquino y Natalaan permanecieron en sus asientos, esperando a que el aula se vaciara.

Cuando estuvieron solos, Lucasta se giró hacia Aquino. -Tendremos que ser cuidadosos. No podemos permitir que nadie sospeche de ustedes dos. Especialmente tú, Aquino.

-Lo sé -respondió el vampiro, bajando la mirada. Sabía que tenía que controlar sus instintos si quería seguir cerca de Duxo.

Soarinng, quien había estado escuchando en silencio, finalmente habló. -Hay que trabajar en esto. Tengo un plan para que puedan moverse con más libertad sin levantar sospechas, pero requerirá algo de esfuerzo.

𝔻𝕖𝕒𝕕𝕝𝕪 𝕜𝕚𝕤𝕤𝕖𝕤 ☆DUXINO☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora