Capitulo 1

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La pequeña niña se cubría lo mejor que podía con el abrigo que su madre la había obligado a ponerse sobre su pijama de estrellas, antes de que los hombres con túnicas irrumpieran en su pequeña casa. Había corrido sin cesar a través del bosque tras escapar por la ventana.

Las ramas la arañaban y sus pies descalzos tropezaban con raíces y piedras, pero no se detenía. El sonido de las pisadas detrás de ella la impulsaba a seguir adelante. Finalmente, cuando el cansancio la venció, se escondió tras un arbusto espeso, tratando de controlar su respiración agitada.

Su cuerpo temblaba de frío mientras sus labios formaban un puchero y las lágrimas corrían por sus mejillas. Trataba de ocultarse en el bosque, pero era de noche y el terror la paralizaba. Una figura delgada con una túnica negra empezó a acercarse, el sonido de las hojas secas aplastadas bajo sus pies resonando en la oscuridad.

— ¡No! — gritó la niña, intentando hacerse más pequeña — ¡Vete! ¡No me toques!

Cubrió su cara con sus pequeñas manos, asustada de que le hicieran lo mismo que a su mamá y que cayera al suelo con los ojos abiertos.

— No te haré daño, pequeña — aseguró la figura mientras se ponía en cuclillas para estar a su altura— Puedes confiar en mí.

La niña miró entre sus deditos separados la figura frente a ella y cerró los ojos con un grito.

— ¡Me das miedo! ¡Déjame! ¡Vete! — la figura frente a ella se quitó la larga túnica, dejando al descubierto un cuerpo sin carne ni órganos, solo huesos.

Cubrió a la niña con la túnica. Esta, al sentir el aroma familiar de la tela, se sintió adormilada y, por algún motivo, dejó de tener miedo.

— Te llevaré a un lugar seguro — susurró el esqueleto mientras la cargaba y colocaba su cabeza en el hueco de su cuello y pecho.

— Ellos lastimaron a mami — murmuró la niña, rodeando el cuello del esqueleto con sus pequeños brazos.

— A donde iremos, no podrán lastimarte, Casiopea — la niña no supo cómo él conocía su nombre, pero el sueño la hizo olvidar preguntar.

— ¿Dónde vamos?

— Es un lugar especial para niños como tú. Estarás segura ahí — con esas últimas palabras, la niña se quedó dormida en los brazos del esqueleto. No supo cuánto tiempo durmió, pero cuando despertó, se encontraba en un campamento y un niño rubio, mayor que ella, la miraba fijamente.

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Con la espalda apoyada en el árbol, Casiopea observaba la escena con una sonrisa. Sobre su cabeza se encontraba un casco con penacho azul atrapando su corto cabello debajo de el mientras sus ojos grises brillaban divertidos. Desde que había llegado al campamento, siempre se había sentido más cómoda observando desde la distancia que participando activamente en las actividades.

Ahora, su atención estaba fijada en una chica de cabello castaño cuyas puntas habían sido teñidas de morado la semana anterior. La chica, con una sonrisa radiante, estaba rodeada por una multitud de sudados adolescentes con penachos azules y rojos sobre la cabeza.

La proyección sobre su cabeza se desvanecía lentamente, habiendo revelado su presencia a todos. La identidad de la madre de su amiga había sido evidente incluso antes de que esta la reconociera. La pasión de su amiga por llamar la atención y su obsesión por tener todas las revistas de moda dejaban pistas claras.

Entre Sombras y ReliquiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora