Capitulo 4

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Desperté con la sensación de una caricia suave deslizándose por mi cabello. Aún con los ojos cerrados, sentí la calidez de unos dedos recorriendo mis mechones, como si fueran un tesoro.

Finalmente, abrí los ojos. En la penumbra de la habitación, distinguí una silueta inclinada sobre mí, con un par de ojos brillando con ternura. No había palabras, solo el suave susurro de la madrugada y esa caricia, una promesa silenciosa de que todo estaría bien.

— ¿Cómo estás, querida?

Quise responderle, pero el dolor en la garganta me lo impidió, aún resentida por los gritos anteriores.

Dorea pareció darse cuenta, porque me ofreció un vaso de agua mientras me ayudaba a incorporarme. Sentí la sábana deslizarse y, con rapidez, la sujeté contra mi pecho para cubrirme.

Bebí el agua mientras sujetaba la sábana con una mano y buscaba mi ropa con la mirada por la habitación. Finalmente, la encontré doblada en una silla cercana.

— ¿Cuánto tiempo ha pasado? — pregunté, ya con la garganta más aliviada.

— Un par de horas. Pedí que te dejaran descansar antes de que nos marcharamos — me respondió con una pequeña sonrisa.

— Todavía debo comprar mis materiales — murmuré antes de dar otro sorbo de agua.

Dorea dudó un momento, luego me miró a los ojos.

— Lo he hablado con Charlus mientras dormías — dijo, y me enderecé un poco, interesada — Queremos ofrecerte que pases el tiempo antes de Hogwarts en nuestra casa. Mañana podemos volver juntos para comprar tus materiales.

Lo consideré detenidamente, sintiendo una mezcla de emociones contradictorias. Aunque no había motivos para desconfiar de ellos, la idea de pasar tanto tiempo con personas que apenas conocía me ponía nerviosa.

— No sé... — comencé, vacilante — Aprecio la oferta, pero no quiero ser una carga ni... — mis palabras se desvanecieron, sin saber cómo expresar el conflicto interno que sentía.

Dorea sonrió con paciencia, sus ojos reflejando comprensión.

— Entiendo que puedas sentirte así, Casiopea, pero te aseguro que no serás una carga. Charlus y yo estaríamos encantados de tenerte con nosotros. Además, creemos que sería una buena oportunidad para que te familiarices con el mundo al que perteneces.

Aún dudaba, mordiéndome el labio mientras consideraba sus palabras. La verdad es que, en el fondo, me intrigaba la posibilidad de conocer más sobre mi pasado, sobre las personas que mi madre había conocido, pero el miedo a lo desconocido me mantenía en guardia.

— Es solo... — intenté nuevamente, buscando una excusa que me permitiera mantener mi distancia.

— No estás obligada a tomar una decisión ahora mismo, pero quiero que sepas que nuestra puerta siempre estará abierta para ti — continuó Dorea suavemente, inclinándose un poco hacia mí — No tienes que hacerlo sola, Casiopea. Estamos aquí para ayudarte.

Sus palabras, tan amables y sinceras, comenzaron a desarmar mis defensas. Quizá, solo quizá, valdría la pena darles una oportunidad.

— Está bien — dije al fin, todavía un poco insegura, pero sintiendo que había hecho la elección correcta — Me gustaría quedarme con ustedes.

Dorea sonrió, satisfecha, y por un momento sentí que el nudo en mi estómago se aflojaba un poco, se levantó de la cama con suavidad, alisando su vestido mientras lo hacía. Luego, se volvió hacia mí.

— Te daré un poco de privacidad para que te vistas — dijo en un tono amable — James y Charlus nos esperan en casa.

Antes de salir, se acercó y dejó el vaso de agua vacío sobre la mesa de noche, dándome una última mirada cálida antes de dirigirse a la puerta. La cerró con un suave clic tras de sí.

Entre Sombras y ReliquiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora