Capítulo 1

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El frigorífico Aviar de Geiranger es menos de lo que hubiera esperado principalmente, allí, luego de haber completado mis años de estudio, recibiéndome finalmente como ingeniero en tecnología de los Alimentos.

Me mudé a este pequeño pueblo, desde mi no tan apreciada Corea del Sur, con la intención de comenzar una nueva vida. Un lugar remoto, pero tan turístico como para asegurar una buena vista, al mismo tiempo una bacante en un trabajo que cumple con los mínimos requisitos de mis estudios. En menos de un mes logré viajar y llegar, alquilo una pequeña cabaña en un campo de granjeros que comparten vivienda a al menos seis kilómetros de distancia, rodeado de preciosas montañas repletas de nieve, llegué justo en el punto turístico más alto, a principios de año, en pleno invierno.

Mis botas resistes persistentes a la nieve, por más que el frío infernal no se compara en nada con los inviernos de Corea, mi cuerpo tiembla totalmente irritado. La cabaña no es más que una pequeña habitación con cocina eléctrica, una pequeña heladera con apenas un friscer que se congela y llena de hielo, una canilla basta que desperdicia agua y humedece la madera del suelo. Al lado de la puerta está la mesada donde apoyo las llaves y separa la cocina de el living-comedor; que cuenta con una estufa lecha pequeña, dos sillones de paja y una mesa de madera con dos sillas. Mi habitación, la única, es pequeña, y tiene una estufa que apenas funciona, una cama matrimonial, un placar que es suficiente para mi poca vestimenta y una ventada que da directo a los árboles de pino que rodean la cabaña.

Una vez enciendo el hogar a leña, y termino de limpiar con un poco de Bach en mis audífonos, me ducho y finalmente me siento en casa. Aunque los inmuebles no son de mi propiedad, poco a poco iré trabajando en ello. Huí demasiado pronto de casa, siquiera empaqué algunos materiales de uso personal como peine o más de dos pares de medias, por suerte, el granjero ha sido tan amable de prestarme unas botas calentitas para estar en casa.

"Los inviernos en Noruega son largos y viles, un muchacho tan flachucho como usted debe cuidarse bien o podría enfermar" Habían sido las palabras del señor Hansen. ¡Qué tipo más amable! Y suelto de boca.

No hay mucha señal, y la cabaña no cuenta con más electrodomésticos que la cocina eléctrica, que ya de por sí tiene pinta de tener al menos veinte años. Para matar el tiempo, releo otra vez el contrato del Frigorífico, también en las carnes que se empiecializan. Este es, oficialmente, mi último día como vago industrial, y al siguiente comenzaré a trabajar aquí.

El Frigorígico Aviar de Geiranger cuenta con Faena de carne Bovina y Porcina, sumándolos al nivel 1, agregando la despostada de carne Porcina, que los agrega en carne Porcina al nivel 2. El producto se vende al mercado interno, por lo tanto son tipo B.

Luego de ello, tengo la teoría en básicos diagramas de flujo sobre todo lo que hacen al llegar los camiones con los animales vivos, desde faena, hasta desposte y luego a los camiones. El frigorífico se encarga de matar y cortar al animal, cargarlo en bolsas y lo vende a los pequeños locales del interior, por lo tanto la distribución lo hacen ellos.

Tengo la lista de datos de todo lo que el anterior encargado de calidad ha hecho en los treinta y cinco años operando, y es demasiado basto. Hace falta un plan FSMS (Food Safety Management System), sé que aquí se le conoce como un "Sistema de autocontrol" (eigenkontrollsystem). Tengo pensado mañana dar una vuelta por la instalación, no hay datos de una capacitación al personal, y sé por críticas de internet que el frigorífico de Geiranger no es bien reconocido en pueblos cercanos, como lo es Tafjord o Norddai.

Apago la pequeña computadora luego de cerrar todos los archivos. No he visto la intalación, e igual presiento que hay demasiado trabajo por hacer. Y eso, de algún modo, resulta emocionante. Un poco de movimiento es necesario para el cuerpo y la mente.

El Matadero - YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora