capitulo 5

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Hasta hoy, mis únicas aliadas son esas pastillas. Ni siquiera los psicólogos pudieron ayudarme. La verdad es que no sé por qué me dijo eso, por qué me lastimó si yo nunca, pero nunca, se me pasó por la mente hacerle daño. Después de que me dijo todas esas palabras horribles, siempre pensé que él vendría y me explicaría por qué lo hizo, pero con el tiempo, toda esperanza se desvaneció. Decidí que lo olvidaría y que tenía que ser fuerte.

— No, no, no puede ser él — murmuré, apartando la mirada, la voz apenas audible.

— Es él — confirmó Lina, con un tono de voz que no dejaba lugar a dudas.

— Dame la pastilla —  espeté, con la voz áspera y los dientes apretados.

— No te la va a dar, dime para qué es esa pastilla —  dijo él, con una frialdad que me heló la sangre.

— ¡No es tu problema, lárgate! — grité, sintiendo cómo la rabia me recorría las venas.

— Dame la maldita pastilla — añadí, dirigiéndome al rubio con una furia contenida.

— No te la va a dar — repitió él, con una obstinación que me exasperaba.

— Déjame en paz —  escupí, con la voz temblorosa de rabia y dolor. — Tú mismo dijiste hace siete años que te arrepentías de haberme conocido y ser mi amigo. Lárgate y no me hables en tu vida.

Él se distrajo, y yo, con la furia recorriéndome las venas, le arrebaté la pastilla

— Lina, llévame a mi casa —  pedí, volviendo a mirar a Lina.

— Ok, vamos.

Me di la vuelta y Lina tomó mi mano. Caminamos hacia el auto en silencio. Abrí la puerta y entré. Yo me senté en el copiloto, mientras Lina se ponía al volante. Ella no había bebido tanto como yo.

Lina arrancó el coche y le eché una última mirada a él, antes de volver a mirar al frente.

En serio quiero que me explique por qué me hizo eso aquel día. Pero si él intenta ganarse mi perdón, no lo voy a perdonar tan fácil.

No estoy pensando en perdonarlo, pero si él intenta que lo perdone, no va a ser tan fácil.

Una parte de mí dice que lo perdone, pero la otra parte grita que no, que él tiene que pagar por lo que hizo, que tiene que tomar de su propia medicina.

Él, él fue la persona que más amé, en quien más confié. Sí, tenía amigas, pero como Lina o como Alex, no. Ese día él me destrozó, me dejó hecha pedazos. ¿Por qué te fuiste y me dejaste ahí, sola?

Ese día fue de los peores, era mi cumpleaños número 11 y pensaba que lo iba a pasar con él, como casi todos los años, pero no.

«Flashback»

La entrada del colegio donde estudió Alex era un escenario de mi propia tragedia. Lo esperaba, con la ilusión de un cumpleaños número once que se tornaba cada vez más sombrío.

Doce minutos. Doce minutos de espera que me parecieron una eternidad. Finalmente, lo vi salir. Su rostro, que antes irradiaba alegría, ahora reflejaba una confusión que me heló la sangre. ¿Recházó? No, no podía ser.

La Mujer de los MorettiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora