3. Aislado

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Viernes 18 Noviembre 2017 14:50 PM

Una vez terminé el relato, esperé impaciente las preguntas de Raquel. Sin embargo, parecía perdida, estaba tan ensimismada que no escuchaba a un policía que se acercó a nosotros. Limpiaba las pelusas de mis vaqueros para darle tiempo, hasta hice el ademán de levantarme. Esto último despertó a mi amiga, iniciando un torbellino de dudas:

-¿Pero qué pasó, como escapasteis?

-Yo permanecí inconsciente, pero Pedro y Jesús mantuvieron a raya a esas bestias y consiguieron salir por la puerta principal, que estaba desbloqueada

-¿Quién os atendió?

-La policía, poco después de salir, un par de coches llegaron y nos llevaron al hospital. Recuerdo que también más gente salió poco más tarde

-Si, fuisteis en total 14 alumnos los que regresaron -puntualizó- ¿Pero por qué no dieron parte de todo lo que visteis dentro? ¿Es qué no creyeron vuestros testimonios?

-Después de que nos dieran el alta y nos condujeran a nuestro primer interrogatorio comenzaron los sucesos extraños. Pedro fue quién se mostró más participativo en las declaraciones, sin embargo, a todos nos dijeron que bajo ningún concepto debía escapar una palabra de lo que sucedió allí. -sentí un escalofrío al rememorar la terrible mirada de los policías-  Nos amenazaron de muerte

Raquel mantuvo los párpados muy abiertos, ahora sí que llamé su atención

-Los gendarmes que nos atendieron no eran los mismos que nos interrogaron, estos últimos daban mal rollo y parecían controlar a los otros. Vi a varios hablar con los enfermeros. Eran agentes de negro, como los de la película ''Men in Black''. Durante el interrogatorio, preguntaban en especial sobre lo que vimos dentro. Estoy convencido, se trataban de agentes de la CIA o algo así. Y sospecho que ya tenían información de lo que ocurrió dentro

-Es difícil de creer, en serio -me sorprende que aún no lo encajaba- ¿Le hablaste de Jack? ¿Y de Elena?

-Sobre Jack me agradecieron bastante mi aportación, aunque no ampliaron más. Y de ella también, pero no me proporcionaron nada, decían que con lo que sabía era suficiente

-La echas de menos... -se mostró apenada

-Muy de vez en cuando pienso en ella -admití

La sirena de los coches patrulla y la de las ambulancias anunciaba que se marchaban ¿Como es posible, piensan dejarlo todo a medio? Un enfermero se ofreció para llevarnos a nuestros hogares. Raquel no dudó en aceptarla, yo decliné su oferta:

-¿Piensas ir andando? Métete en la ambulancia o lo haré yo por la fuerza -ordenó Raquel

-Tengo que hacer una cosa antes de ir a casa -mentí

-No quiero dejarte solo, pero no pienso volver andando, me encuentro indispuesta todavía -entre su voz mosqueada podía sentirse su miedo

-Llévense a la chica, vamos -me dirigí al conductor, vacilón 

-¿Seguro que no vienes muchacho? -añadió este desconcertado

-No, gracias, nunca me han gustado el olor de las ambulancias. Raquel, ya nos veremos, te lo prometo

Mi amiga siguió resistiéndose como una tozuda hasta que el conductor se puso en marcha. No quería imaginarme la bronca que le caerá. Y poco a poco, todo iba amainando, después de una noche de tormenta, el mar vuelve a estar en calma. Y como si allí no hubiera sucedido nada, todos se fueron marchando, quedando únicamente un equipo de investigación policial. Ni siquiera entre toda la incertidumbre se acercaron muchos curiosos. Era hora de marcharse.
Las densas nubes cubrían el firmamento, las calles ya no acogían a las personas, ningún alma paseaba por las aceras. Era sorprendente como parecía esconderse todos, nadie salía a recibirme tras burlar a la muerte. Es posible que escriba un libro sobre esto, lo llamaré ''El eterno superviviente''. Sí, que imaginación, yo escribiendo un libro, ¿te lo imaginas?
Volviendo la vista atrás, sigo escuchando la sirena de la ambulancia partir, sigo percibiendo los gemidos de Sergio, sigo viendo mi muerte en forma de avión. Volviendo la vista atrás, vuelvo a ver alzarse la temida fábrica, intentando encerrarme para siempre. Cansa vivir esto ¿y qué voy a hacer? Esto se ha convertido en mi vida.
Creo que estoy sufriendo una crisis mental que me destruye, me anula como ser. Y es que deliraba y confundía las calles vacías con los interminables pasillos de la fábrica, parece que estoy en un bosque perdido donde las almas entran pero no salen. Seguía sin ver a nadie, y lo echaba en falta, añoro la serenidad que transmitían un grupo de ancianos sentados en un banco, me hacía sentir bien conmigo, aunque en general odio a las personas, siempre creo que hablan de mí, me miran, juzgan mi pasado. Puede que sea bipolar. Pero ahora si que me sentía solo. Ha sido muy duro abrir el cajón de los recuerdos. Hasta un recuerdo puede hacer más daño que una mala experiencia.
Bueno...¿y a donde voy? Tanto pensar en mi soledad me ha desorientado mucho. Como me pillaba de camino la casa de Jesús, decidí llamar a su timbre. Como me esperaba, no había nadie.
También volví a cruzar la cafetería de esta mañana, y el dependiente continuaba allí, en esta ocasión hablaba con un joven menor que el, parecía muy airado. Su mirada se encontró con la mía, por un momento creí que me suplicaba ayuda. <<A mí no me mires>>, pensé.

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⏰ Última actualización: Mar 01, 2016 ⏰

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