𝐈𝐈𝐈 : 𝐏𝐫𝐨𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐬

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Pasaban los minutos y la pareja de enamorados reía sin parar

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Pasaban los minutos y la pareja de enamorados reía sin parar. Apreciaban y amaban el tiempo de cercanía que llegaban a tener.

A veces se les era difícil encontrar tiempos estratégicos para poder encontrarse. Pero siempre salían victoriosos, y siempre se encontraban en el mismo lugar de siempre. La loma.

Podría ser un lugar en el que perfectamente muchas personas podrían pasar el rato, pero al no saber cómo llegar hasta la cima, siempre pasaba desalojado. Agradecían internamente por ello.

En la cima de la loma, se podía tener una vista muy hermosa de la ciudad, un lugar abierto rodeado de árboles, y con un hermoso césped verde. Simplemente el lugar perfecto.

Tan perfecto era ese lugar para ellos; fué incluso ahí donde había empezado su historia de amor, ahí empezó su aventura y peligro, y ahí empezarán muchas cosas más. No desean que se vuelva el lugar de su cierre o final.

⎯ Nunca dejaré de decir que la vista desde aquí, es hermosa...⎯ Suspiró el pelinegro, apoyando su cuerpo sobre sus brazos y estirando sus piernas.

⎯ Por eso escogí este lugar, solo para nosostros dos...⎯ Volteó a verlo⎯ Pero específicamente y especialmente para ti...

Tomó cuidadosamente el mentón del azabache, haciendo que lo mirara fijamente.

Ambos sonrieron ante la mirada del otro.

Rápidamente el pelinegro escondió su rostro en el hombro del castaño, haciendo que en un rápido movimiento lo abrace. Quedando su rostro escondido en el pecho de este.

Abrazados, Aquino empezó a acariciar la cabellera negra de su amado. " Su cabello es tan liso y sedoso, que se siente como tocar la mejor tela...aunque no sepa exactamente su textura, pero, prefiero mil veces acariciar su cabello negro y liso." No podría encontrar ningún pretexto para no hacerlo, le encantaba. Sería mentiroso si dijera que no le gustaba.

Duxo entrecerraba sus ojos ante el contacto." Estar en sus brazos, ser abrazado por él, es como estar rodeado de suaves almohadas, se siente...tan bien...se siente como descansar en un gran peluche de felpa." Era lo que siempre pensaba Duxo al ser abrazado por su enamorado. Lo amaba, no dudaría ni un segundo si le pidieran abrazarlo, o si él pedía un abrazo. Sería deshonesto si dijera que lo odiaba.

Amaban la cercanía del otro, sus respiraciones coordinadas, sus cuerpos chocando con el otro, sus corazones latiendo al ritmo del otro; en verdad se aman.

Pasaban un hermoso momento, tranquilo y lleno de amor; pero siempre la preocupación y el miedo llegan en el momento más inesperado.

Aquino sentía como el cuerpo de Duxo, temblaba lentamente, y su agarre era mucho más fuerte que antes.

Pensó que podría ser el viento, que tendría un poco de frío. Pero no estaba corriendo ni un poco de viento, y el clima estaba fresco. Ya sabía que sucedía.

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