El Hanahaki, una enfermedad desgarradoramente romántica, que afecta a las personas que poseen un amor no correspondido.
Nuestra protagonista, Star, sufrirá por su desesperado amor, por lo cual tratará de esconder su enfermedad y sus sentimientos por...
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Al fin, las clases terminaron; aunque eso no significa que sea mi hora para salir de aquí, después de todo, yo quise postularme para el comité de limpieza.
Con la escoba alejaba toda suciedad que veía, esta clase está llena de puercos.
Suspiré y pausé la actividad para echarle un vistazo al pasillo, ya no habían estudiantes caminando por el lugar y eso me daba paz. Las únicas personas que rondaban el lugar eran profesores, algunos miembros del comité de limpieza —Como yo— y los miembros del consejo estudiantil, a quienes no conozco del todo, pues falté el día de la elección.
Hablando del diablo, Silencio pasó justo en frente del salón, asomándose para echarle un vistazo al lugar. Me observó por un segundo y luego me saludó con la mano, yéndose inmediatamente a seguir su rutina.
«Ñiñiñiñiñiñi, pinche puto» Susurré para mis adentros.
Espera, ¿por qué estoy molesto por su presencia? Ah, cierto, Star.
¿Estoy celoso de Silencio o de que Star sí quiera hablar con él y no conmigo? Carajo, ¿tan siquiera estoy celoso? Dios, déjate de mamadas, Fabrizzio, ya tienes quince años, madura.
Ya terminado mi oficio, dejé de lado aquella escoba, tomando luego mi mochila y preparándome para salir de allí. Caminando me topé con otros estudiantes que igual salían, eso me hizo sentirme menos solo.
Bajé las escales, apresuré mi paso y finalmente llegué a la salida. Sin detenerme emprendí mi camino a casa, cabizbajo como de costumbre, todo era tan desolado en esa calle, a diferencia de los primeros meses, antes de ser parte del equipo de limpieza, cuando caminaba junto a Star.
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«¡Papá, ya llegué!» Grité al aire al pasar por la puerta de mi hogar.
«Hola, hijito» Se acercó a mí para recibirme con un abrazo. «¿Cómo te fue hoy?»
Cerró la puerta detrás de mí, invitándome a adentrarme más en la casa.
«Bien, ya sabes, lo de siempre» Suspiré, ni yo me creía mis mentiras.
«No me digas, ¿otra vez lo de la muchachita que vive al lado?» Dedujo, es como si pudiera leer mi mente.
Lo miré un poco apenado y asentí, nunca podría engañarlo, aunque quisiera. Tomé asiento en el sofá de la sala y dejé mi mochila a un lado, al instante vi como papá se iba a la cocina, lo cual no impidió continuar nuestra pequeña plática.
«Seh, siempre igual» Volví a suspirar, nada era igual sin Star.
«Santo Dios, la juventud de ahora y sus dramas adolescentes. Habla con ella y listo, mijo»
«Nunca me entiendes, pá» Di una pausa leve, no quería hacerlo sentir mal, en sus tiempos lo normal era ofrecer ganado por minitas, ¿no? «Quisiera hablarlo con mamá, pero dudo estar despierto para cuando llegue»
«Mira, Fabri, sé que no soy el más adecuado para estos temas, pero siempre estaré disponible para tí» Me dijo con una voz más suave.
«Gracias, pero dudo estar en las condiciones de expresar emociones y todas esas cosas "juveniles" como dices tú» Comenté, llegando a reír un poco para subir los ánimos.
«¡Ya sé! ¿Qué tal si mañana traes a alguno de tus amigos a casa? Te vendría bien divertirte un poco, mijito» Sugirió, y no me pareció tan mala idea.
«¿Tú crees? Digo, no suena mal, pero nadie quisiera pasar un sábado sin aprovechar para terminar de estudiar y cosas por el estilo» Le señalé, y era cierto, soy el único rarito que hace los deberes justo después de llegar de clase.
«Relaja la raja, tu viejo se encarga»
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●604 palabras●
Ustedes dirán: ¡¿Doran, qué es esto?! ¡¿Capítulo semanal?!
Y yo diré: ¡Así es, querido espectador promedio!
A la mauser la inactividad, les dije que me vengo y con todo ... No me saquen de contexto.
Sigan al tanto de la vida de nuestros protagonistas, quienes tienen un corazón que late por puro amor. ˚₊· ͟͟͞͞➳❥
