Capítulo 8

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—Kiki, ven conmigo —susurró con una fingida tranquilidad cuando se subió encima de la cama y la cogió del rostro secándole las lágrimas que rodaban por sus mejillas sin freno.

Violeta la ayudó a incorporarse y dejó allí a varios chicos, amigos del uruguayo parecía ser, que los habían seguido y estaban ayudándole con Cris.

Alcanzó su mano y la arrastró a una habitación alejada del tumulto de gente. Cerró el pestillo y la acercó para que se sentase en la cama.

Sorprendentemente Chiara había dejado de llorar en el camino a la otra habitación. Estaba callada mirando a un punto fijo y se tumbó en la cama mirando el techo en silencio.

Violeta no sabía qué hacer. Nadie te enseña cómo reaccionar cuando ocurren estas situaciones. Se acercó y se tumbó a su lado sin rozarla mientras repetía la acción de mirar el techo en silencio.

La pelinegra notó cómo volvían a bajar las lágrimas por sus mejillas pero esta vez no experimentaba nada, se sentía vacía, como una persona inanimada. Entonces notó como cogían su mano y daban un ligero apretón. Miró sus manos unidas y seguidamente la miró a los ojos. Mostraban una tristeza indescriptible y entonces se volvió a venir abajo.

La pelirroja la abrazó y Chiara quedó recostada en su pecho mientras sollozaba sin descanso. La menorquina apretaba con fuerza la camiseta de Violeta mientras ésta dejaba suaves caricias en su espalda y pelo.

—Tranquila. Estoy aquí y no me voy a ir —susurraba suavemente para tranquilizarla.

Tras unos minutos que se hicieron eternos Chiara ya se había recompuesto. Sin embargo, no era capaz de sostenerle la mirada a la pelirroja.

—Kiki, mírame, por favor —puso su mano en su mandíbula dulcemente haciendo que la mirase —No tienes que sentir vergüenza. No ha sido tu culpa, y no es tu responsabilidad sentir que si hubieses hecho algo distinto, quizás eso no hubiera pasado —dijo mirándola a los ojos que volvían a tener una ligera capa de lágrimas aunque sin derramarse por el intento de la medio inglesa —Esto nunca va a ser tu culpa, ¿vale? El único responsable es el degenerado de Cris —Chiara asintió mientras sentía que volvía a ser envuelta en sus brazos aunque esta vez en un abrazo mucho más corto.

—Llévame a casa, por favor —susurró la pelinegra todavía en sus brazos con la voz rota.

Violeta la cogió de la mano y ambas salieron de allí en dirección a la residencia. Rápidamente mandó un mensaje al grupo conjunto que habían hecho y caminaron en silencio. Éste no era incómodo pero Violeta sabía que Chiara tenía muchas cosas que procesar y decidió mostrarle su apoyo simplemente acompañándola, respetando su silencio.

Una vez llegaron a la habitación de la pelinegra, ambas se quedaron quietas en la puerta.

—Kiki, si necesitas algo llámame, ¿vale? —frunció el ceño preocupada —Sé que no nos hemos llevado precisamente bien pero de verdad que si me necesitas voy a estar.

Chiara asintió con una pequeña sonrisa, no podía ignorar cómo la había tratado hoy y como se había sentido querida y cuidada. Justo cuando Violeta estaba a punto de irse, Chiara la cogió del brazo impidiéndoselo.

—¿Puedes...? ¿Podrías...? —la pelinegra suspiró intentando encontrar las palabras —¿Podrías dormir conmigo, por favor? No quiero estar sola ahora mismo y Rus seguramente acabe en el piso de Omar —dijo apenas mirándola a los ojos producto de la vergüenza.

Violeta se quedó quieta. No sabía si era buena idea que justo ella se quedase pero al ver la cara de la chica decidió que tenía que hacerlo por ella.

—Claro —sonrió nerviosa.

Ambas entraron y Chiara se dispuso a coger dos pijamas de su armario. Solía dormir desnuda pero por obvias razones hoy no podía hacerlo.

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⏰ Última actualización: Aug 10 ⏰

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