Capítulo 4

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Chiara y Ruslana acababan de salir de la cafetería de la Universidad e iban en busca del aula de donde debería salir el vizcaíno en 5 minutos. Cuando llegaron, lo vieron hablando con dos chicas, las cuales parecían algo más mayores que ellas. Se miraron cómplices un par de segundos y decidieron acercarse por si conseguían algo de chisme en relación al vasco.

—¡Chicas! ¿Qué tal? —exclamó feliz de verlas —Mirad, ¿os acordáis de mi compañero de habitación? ¿Juanjo? —preguntó a sus amigas y ellas asintieron —Bueno pues el trabajo que tengo que hacer de improvisación con los de cuarto me ha tocado con una de sus amigas —señaló a la rubia —ella es Denna y ella es Salma, su amiga y también de Juanjo —señaló a la de pelo rizado.

—¡Hola! Encantadas, chicas. Yo soy Ruslana y ella es Chiara —hicieron las debidas presentaciones.

—Vamos a quedar hoy en la biblioteca para escribir diferentes escenas de improvisación. Después iremos a un bar a tomar algo así que estaría genial que vinieseis. Cuantos más, mejor. También vendrá Juanjo y una amiga nuestra —dijo la rubia.

La pelirroja y la menorquina se miraron y ambas asintieron conformes.

—¡Genial! Nos apuntamos. ¿Os importa que vengan también un par de amigos más? —preguntó la pelinegra esperanzada de poder llevar a Álvaro y Bea.

—Sin problema. Lo dicho, cuántos más, mejor —sonrió.

—Bueno, nosotros nos tenemos que ir ya, que habíamos quedado con unos amigos y ya llegamos tarde —se rio el vizcaíno arrugando la nariz.

Terminaron de despedirse y salieron caminando rápido de la Universidad. Habían quedado con Álvaro y Bea en la habitación de la menorquina y la pelirroja de la residencia.

—Oye, que guapa es la rubia. ¿No sabrás si está soltera? —preguntó la pelinegra con esperanza.

—Creo que tiene novio y es hetero así que vete olvidando, Kiki —respondió con gracia.

—¿Y no crees que haya ninguna posibilidad de que sea bi? —insistió con sus posibilidades.

—No tiene pinta. Además, seguiría teniendo novio —recordó el chico.

—Tienes razón —chasqueó la lengua —qué pena más grande —torció la boca.

Ruslana puso los ojos en blanco. No compartía la obsesión de su amiga por las rubias pero aún así le hacía gracia.

Al fin llegaron a su habitación, Bea y Álvaro se encontraban fuera esperando aunque no parecían muy alarmados ante su retraso. Se escuchaban sus risas casi desde la primera planta.

—Yo sé comunicarme con delfines —se escuchó al sevillano comentarle a Bea.

—A ver, di: "hola, qué tal estás, quiero ir al bar" —propuso la de pelo rizado.

Álvaro empezó a hacer sonidos simulando ser un delfín. Ambos estaban muy serios concentrados en esa inusual forma de comunicación entre delfines y humanos. Cuando acabó se miraron unos segundos y estallaron en carcajadas.

—Ahora tú di: "Pepa se ha liado con Marcos en el parque" —le dijo el chico.

Bea empezó a imitar los sonidos que Álvaro había hecho antes pero con risas de por medio debido a que no podía mantener la seriedad necesaria que la conversación requería.

—¿En dónde? —preguntó Álvaro al ver que Bea había parado y aún le quedaba por terminar la última parte de la frase en idioma delfín.

Bea acabó la frase con un par de sonidos más y Álvaro asintió satisfecho. Martin, Chiara y Ruslana se habían quedado parados escuchando la extraña conversación que estaban manteniendo sus amigos y pensaron fugazmente si les convenía desaparecer por donde habían venido y disculparse por el olvido de que habían quedado. Sin embargo, antes de poder sopesar las opciones Bea y Álvaro les vieron así que no les quedó más remedio que entrar a la habitación de la pelirroja y la menorquina.

The Sound Of Your Whispers - KiViDonde viven las historias. Descúbrelo ahora