VII

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—¿Podemos hablar?—Jaeyun dejó de ver su celular para ver a Heeseung que era incapaz de verlo a la cara. Sus mejillas estaban sonrojadas y todo su lenguaje corporal demostraba timidez
—A solas, por favor.

—¿Ahora qué hiciste? —preguntó Félix que estaba sentado a su lado.

Se encontraban en la biblioteca terminando el proyecto, comparando sus escritos para ver que fue lo que le faltó investigar. Jake miró a su amigo, preocupado, según el, no había hecho nada malo. Pero se conocía lo suficiente como para no darse cuenta de que sí hizo algo muy malo.

—Sí, claro—guardó su celular en su bolsillo trasero mientras se levantaba.

Le dio una mirada a su amigo mientras seguía a Heeseung y luego le dio una mirada a Jongseong que estaba pidiendo unos libros. Parecía querer matarlo si es que le dañaba a él coreano inocente que quedaba. Heeseung podría ser una idiota, pero todos lo querían y lo protegían.
Cuando la gente se fue enterando de que clase de persona era Jaeyun, fue recibiendo pequeñas amenazas de los amigos de Heeseung. Que tenía prohibido tocarlo y corromperlo. Pensó que tal vez por eso Heeseung era un virgen, parecía que todos lo sobreprotegían y le alejaban todos los depredadores, cuando obviamente la gente que lo protegía era uno de ellos. Según Heeseung, muy pocas personas sabían de su condición (que es como lo llama Jongseong) ¿Cuánta gente que lo protegía sabia de eso? Jaeyun pensaba con orgullo que él podía ser el único en saber que ese hombre, con encantadora sonrisa y torpe personalidad, no era para nada inocente.

Caminaron hasta abajó de las bancas de la cancha de fútbol, se detuvieron en el mismo lugar que antes. Parecía tener el mismo ambiente que ese día. Jaeyun puso sus manos en sus bolsillos. No podía imaginarse el porqué lo había traído hasta ese lugar. Miró a su alrededor, había personas corriendo en la cancha y otros, a lo lejos, murmurando chismes sobre las bancas. Heeseung apretó los puños.
Sería la primera vez que hacía eso, pero sabía a la perfección como se hacía. Lo había leído un sin fin de veces. Tragó saliva. Ya se estaba emocionando. Se arrodilló con lentitud, pero no estaba inseguro. Confiaba en Simkeuu, no, en Jaeyun. Cuando sus dos rodillas tocaron el suelo, alzó la mirada para mirar a Jaeyun que parecía en shock de sus actos.

—Puedes, por favor, tocarme—habló Heeseung con suavidad y con los ojos llenos de desesperación. Porque no podía dejar de pensar en el sueño que tuvo con el pelirrojo que tenía afrente. No pudo correrse solo porque anhelaba el permiso de su compañero—. Necesito que lo hagas. Como las cosas que escribes.

—Heeseung-jadeó—. Sabes que no así como quiero que lo hagas.

Sonrió un poco y sus ojos se llenaron de felicidad ante las palabras de Jaeyun.

—Fóllame—habló con seguridad, imitando a la perfección a uno de los personajes masculinos que una vez escribió Jake—. Por favor, fóllame, te lo ruego— gateó un poco y le agarró las manos—. Puedes hacerlo como quieras, demorarte el tiempo que se te dé la gana. Usarme como se te ocurra, que no te preocupe mi dignidad ni orgullo. Solo fóllame.

Jaeyun se agachó lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de lujuria y poder. Le agarró el mentón con fuerza, haciendo que Heeseung alzara la mirada, los ojos llenos de súplica. Iba a llorar solo por la forma del cómo lo agarró, no sabía de por la felicidad o por la frustración. Jake apretó un poco más, haciendo que Heeseung hiciera una mueca de dolor.

—¿Solo follarte?—susurró Jaeyun con una sonrisa cruel mientras inclinaba su rostro más cerca del de Heeseung, sus labios apenas rozando los de él—Follarte es lo que menos haré ¿Estás de acuerdo con eso?

—Sí—respondió Heeseung rápidamente, su voz quebrada por la necesidad, acercándose inconscientemente un poco más a los labios de Jaeyun. Pero Jake se alejó y rio con suavidad.

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