Kazuma, tras los acontecimientos de la batalla final contra el rey demonio, terminaría en otro mundo, japón. Pero no era del todo su japón.
Víctima de su mala suerte, deberá hallar la forma de regresar a "su" mundo y poder "volver" con las chicas
Y...
"Eres el único más capaz para realizar esta tarea, kazuma" hablaría Eris, la diosa de la suerte, quien frente a ella estaría el castaño sentado.
"Pero... ¿Y si fallo?..." diría kazuma, temiendo fallar con está importante misión qué le estaba encomendando la diosa.
"No lo harás" diria la diosa "Eres el hombre más afortunado vivo en el mundo que he conocido, pudiste con cualquier adversidad qué se te crusaba. Pudiste con generales demonios, con todo tipo de mounstros, ¡con un catalogado desastre natural! Y si el problema era grande, no importaba como, siempre hallabas la forma de solucionarlo... Al estilo Kazuma Satou" Diría Eris con una cálida sonrisa y ambas manos juntas a la altura de su pecho.
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"... Bueno, si lo dices de esa manera, ¿qué más da?" diría el castaño con una sonrisa arrogante y levantando los hombros con Indiferencia. "Supongo que no queda de otra..."
Levantándose de su asiento, caminaría hacia la dirección de una puerta, aquella donde conectaba al mundo de los vivos, giró el picaporte y antes de dar un paso y entrar, se dió media vuelta y mirando a Eris, levantando su pulgar le diría con una gran sonrisa: "¡Derrotaré al Rey demonio, es una promesa! ¡Y Satō Kazuma nunca rompe sus promesas!" terminó de decir kazuma, entrando. Antes de desaparecer de la vista de la diosa, lanzaría unas palabras al aire.
"Déjamelo todo a mi, Big Boss..."
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El escenario cambiaría al de un lugar lúgubre y oscuro. Leves brillos se visualizaria en las paredes rocosas, donde el responsable de emitirlas serian unos musgos brillantes.
Sonidos de golpes resonarian como ecos en el lugar, como si estarían golpeado una bolsa de arena.
*¡PLUM!*
*¡PLUM!*
*¡PUM!*
En el último golpe un cuerpo saldría volando y se estrellaria contra la pared.
*TAP*
*TAP*
*TAP*
Unos lentos y pesados pasos resonaria en el lugar, a la distancia poco a poco se podría visualizar una silueta, pero no sé podría ver bien por la oscuridad.
"No puedo creer que apesar de ser un aventurero con la clase más débil de todas, me estés dando tantos problemas..." hablaría el sujeto a la distancia con una voz grave. Cuando ya estaba más cerca, se podría apreciar mejor de quien se trataba. Era el Rey demonio, este traía varias heridas en su rostro, abollones y grietas en su armadura. Todo esto por las innumerables dinamitas que kazuma le había arrojado y todas la trampas qué le puso.