cinco

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2016


Bajo las luces de los faroles parisinos, Richard y Pamela continuaban su paseo por las orillas del Sena, mientras el murmullo del río acompañaba sus pensamientos y palabras. Jessica, se había quedado en el hotel, pues había comprobado que el colombiano era alguien en quien confiar, por lo que dejaba que ambos adolescentes disfruten su tiempo juntos.

— Creo que usted será mas que un simple recuerdo de este viaje — habló Richard —. Será la razón por la que siempre sonreiré al pensar en París.

Pamela sonrió ante la dulzura de sus palabras, aunque en el fondo una parte de ella se preguntaba si eso era demasiado perfecto para ser real. La ciudad del amor, un paseo al atardecer, esos comentarios lindos... Todo lo sentía sacado de una película romántica. Por un momento se cuestionó si todo eso no sería simplemente una casualidad muy cliché, una historia que recordarían con nostalgia pero que no sobreviviría al regreso a sus vidas normales.

— No creí que este viaje iba a significar tanto — respondió Pamela, tratando de alejar los pensamientos que la atormentaban —. Pero aquí estamos.

La respuesta de Pam dejó a Richard un poco inquieto, como si pudiera percibir la sombra de duda en su voz. Sabía que estaban viviendo algo que no podía durar para siempre, pero también estaba decidido a disfrutar cada segundo mientras durara. 

De repente, una suave llovizna comenzó a caer, creando pequeños círculos en la superficie del río. La pelinegra levantó la vista hacia el cielo, sorprendida, pero no pudo evitar reír ante lo que parecía otro pedazo sacado de una película.

— Parece que París tiene mas sorpresas para nosotros — dijo ella, con su risa resonando entre las gotas de lluvia al caer.

Richard la observó, capturando en su mente su risa y la forma en la que la lluvia parecía hacerla brillar. Sin pensarlo mucho, extendió su mano hacia ella.

— ¿Quisiera bailar bajo la lluvia? — preguntó, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y ternura.

Pamela lo miró divertida ante la propuesta. Una parte de ella quería reírse de lo cliché que parecía todo, pero al ver la sinceridad en los ojos de Richard, sintió que algo en su interior se ablandaba. A veces, no estaba mal dejarse llevar por la fantasía. 

— Me encantaría.

Bajo las luces y la suave caricia de la creciente lluvia, comenzaron a moverse al compás de una música inaudible. Pasos torpes aparecieron al principio, riendo cada vez que uno pisaba accidentalmente al otro, pero poco a poco encontraron un ritmo, uno que parecía guiado por algo mas que ellos mismos. A pesar de sus dudas, había algo en la simplicidad de la situación, en la cercanía de ambos que hacía que todo se sintiera natural, como si eso fuera exactamente lo que debía estar pasando. 

— Nunca había hecho algo así, pero me gusta — confesó Pamela, mientras giraba suavemente.

— Bueno, tiene sentido, ¿será porque tiene quince añitos? — respondió Richard divertido.

Pam lo miró con los ojos entrecerrados, fingiendo estar molesta por su comentario. Se soltó ligeramente de sus manos, cruzando sus brazos a la altura de su pecho en una clara muestra de su —falsa— indignación.

— ¿Perdón? Me llevas dos años — dijo rodando los ojos, haciendo que en lugar de intimidarlo, solo lo encontrara adorable.

Richard, consciente de que en cualquier momento podría echar todo a perder, cambió su estrategia. Se acercó a ella, rodeándola con sus brazos y estrechándola contra su pecho, dejando que la calidez de su cuerpo compensara el frío de la lluvia.

— No, no, no quise decir eso, Pam — habló con un tono mas suave, aunque la sonrisa juguetona en sus labios demostraba que estaba disfrutando de la situación —. Quise decir que eres joven y tienes aún mas cosas que descubrir... conmigo, si me dejas.

Pamela, aunque seguía manteniendo su expresión de fingida molestia, sintió como su corazón se ablandaba ante las palabras de Richard. Era difícil seguir enfadada cuando él la miraba con ternura.

— Mmm... No sé si deberías ser perdonado tan fácilmente — respondió, intentando mantener la seriedad en su voz.

Richard inclinó su cabeza hacia un lado, su expresión mostrando una mezcla de arrepentimiento y cariño. De forma lenta y delicada, dejó que uno de sus dedos recorriera suavemente la línea de la mandíbula de la fémina, levantando su barbilla para que sus ojos se encontraran.

— ¿Y qué tal si lo arreglo de esta manera? — susurró antes de inclinarse y depositar un casto beso en la comisura de sus labios, justo donde un puchero de ella empezaba a desvanecerse.

Pamela sintió un leve escalofrío recorrer su espalda ante el contacto. Estaba a punto de responder cuando Richard, sin darle tiempo a reaccionar, la abrazó mas fuerte y la giró suavemente, reanudando su pequeño baile. La cercanía de sus cuerpos, combinada con la calidez que se entrelazaba entre ellos, hacían que su supuesto enojo se esfumara. 

— Supongo que podrías intentarlo — dijo finalmente, dejando que una sonrisa juguetona curvara sus labios.

Richard, aliviado de que su pequeña broma no hubiera arruinado el momento, sonrió y bajó la cabeza hasta que sus frentes se tocaron.

— Le haré una promesa — murmuró, con sus ojos fijos en los de Pamela —. Si alguna vez vuelvo a decir algo que le moleste, lo compensaré con tantos besos como sea necesario hasta que me perdone.

Pamela rio, incapaz de mantenerse seria cuando él se ponía tan cariñoso. Pero antes de que pudiera responder, Richard bajó su cabeza y le robó un beso suave en los labios. Un beso que se alargó, cargado de una calidez que la hizo olvidar la lluvia, el frío que empezaba a apoderarse de ella e incluso la pequeña broma que había desencadenado todo.

Ella se dejó llevar, devolviéndole el beso con la misma intensidad, sintiendo como la conexión entre los dos se fortalecía con cada momento que pasaba. El beso, a pesar de ser un gesto sencillo, tenía un significado profundo, como una promesa silenciosa de que su tiempo juntos sería más que especial, sin importar lo que sucediera después.

Cuando finalmente se separaron, Pamela aún sentía el cosquilleo de sus labios y el calor en sus mejillas. A pesar de la lluvia que seguía cayendo sobre ellos, se sintió más viva que nunca, consciente de que estaba viviendo un momento que jamás olvidaría o repetiría.

— Está bien, te perdono — cerró el tema, con una voz delatora de la emoción que sentía —. Pero solo porque tus besos son una buena disculpa.

Richard sonrió ampliamente, satisfecho con el resultado. Con una mano, apartó un mechón de cabello mojado del rostro de Pam y la miró con una expresión que hizo que a la chica le venga un mal sabor de boca.

¿Qué tal si ambos se estaban enamorando y no era un simple gusto? ¿Qué pasaría después?

— Me alegra saberlo — el colombiano interrumpió la ráfaga de pensamientos de la menor —. En ese caso, tengo muchas disculpas que ofrecer.





Jejej, bueno un capitulito para que vean como el tiempo se les va acabando a Pamela y Richard chicos. Los amo son tan cuties.

Voten y comentennn, que así me animan a subir mas capítulos. 

Besitosss!! 💋

our last summer ⭑ richard riosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora