15 . Aprendiendo a conocer.

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El auto se detuvo en la entrada del edificio y el chófer bajó rápido para ir y abrir la puerta trasera, lo primero en aparecer fueron los costosos zapatos, seguidos de aquella figura estilizada a pesar de su edad.

Comenzó a caminar sin mirar a nadie y los empleados, lejos de querer hacer contacto visual, se quitaban de su paso, dejando así libre acceso. Subió al ascensor y apretó el botón, ese que marcaba el último piso.

Escuchó el ruido propio de los zapatos de mujer y levantó la vista de la laptop, en cuanto la puerta se abrió sintió esa fría mirada.

— Madre...

— Se puede saber en qué estás pensando, Min Yoongi — ignorando por completo el saludo de su hijo, arrojando de paso una carpeta donde salieron algunos papeles, siendo el principal la foto de Jimin — explícame esto, en este instante.

Levantó una ceja y tomó la hoja, el menor se miraba hermoso con su delantal de trabajo, suspiro.

—¿De dónde sacaste esto...?

— Eso no importa — sentándose en el sillón frente al escritorio de su hijo —. Dime que esto es una broma, me niego a creer que mi único hijo es un maricón — la miro.

— Te pregunté de dónde sacaste esto — caminando hasta llegar junto a ella —, me estabas espiando.

— Sabes bien que no te pierdo el rastro, no desde que desechaste el compromiso con Wheein.

— Porque querría estar con una puta...

— ¿Pero con un puto sí? — sí, su madre sabía bien la historia de su chico. Mejor para él, más fácil sería poner las cosas en su lugar antes que ella creyera que puede hacer y deshacer con su vida.

— La verdad sí, Jimin lo hizo por necesidad — soltó tranquilo volviendo a su lugar tras el escritorio —. Wheein, por otro lado, lo hizo por gusto.

— Te dejaste guiar por los celos, enfermos Yoongi y lo sabes...

— ¿A qué viniste, Madre? — No la odiaba, por el contrario, era la persona más importante para él, pero desde que se volvió adulto, esa mujer buscaba hacer con su vida lo que quería, algo que obviamente Yoongi no permitiría.

— ¿Qué crees tú? — Era una guerra, una que ninguno de los dos quería perder.

— Mi vida personal no te incumbe...

— Te equivocas — rugió — si tu vida personal es un riesgo para nuestro apellido claro que me incumbe — rodó la mirada.

— ¿Y es un riesgo por?

— ¿Qué crees tú, que busca un chiquillo como el de quien como tú? — negó — dinero.

— Pues del tiempo que lo conozco jamás me ha pedido ni un vaso con agua, así que no sé qué tan cierto será eso.

— Yoongi...

— Además, creo ser lo suficientemente adulto para saber si alguien es falso o no — mirándola fijo — Wheein, por ejemplo.

— Si lo quieres para pasar el rato y, claro, en las sombras, no tengo problema, pero si lo que pretendes es hacerlo formal, tendré que tomar medidas.

— ¿Así cómo?

— Sacate de la directiva y presidencia de Zinfandel.

— Oh, ya veo, entonces, en el caso hipotético en que hagas eso, yo me llevaría mi patrimonio, que es el 60% de las acciones. Ya sabes lo que mi padre me heredó — la mujer cambió su postura a una más defensiva.

— Estás amenazando...

— Solo estoy siendo objetivo, si tengo que irme de la presidencia y la directiva, no veo caso a dejar mi patrimonio aquí, no si con eso puedo fundar mi propio negocio y hacer con mi vida lo que me plazca.

— Tanto te ha lavado ya el cerebro, ese puto...

— Se llama Jimin, y aunque no lo creas, el dinero y lo que soy jamás han sido tema, por el contrario, ni siquiera me ha preguntado — noto la furia en los ojos de su madre —. Cuando descubrí la traición de Wheein esperé un llamado tuyo, dándome ánimo o al menos un poco de consuelo— relajo su postura.

— No eres un niño — sonrió —. Además, tú provocaste esa ruptura. Sé bien que Wheein ha tratado de volver contigo, pero tú — noto la mirada de su hijo y guardó silencio.

— Si tu idea de venir aquí es que yo aleje de Jimin desde ya te digo, la respuesta es no.

— ¡Min Yoongi!

—Tú misma lo dijiste, ya no soy un niño, sé bien lo que hago, así que guárdate tus comentarios — se levantó molesta con toda la intención de increpar a su hijo — y ahora, si no tienes algo más interesante que hablar, te pido te vayas, tengo trabajo.

— Si crees que me quedaré de brazos cruzados viendo cómo arruinas tu vida con ese maldito chiquillo, estás muy equivocado— dijo furiosa, mirándolo mal, girando sobre sus pasos para salir, dando un portazo que se escuchó hasta en el primer piso.

Volvió a su auto con una idea en su mente.

— ¿Dónde vamos ahora, mi señora?

— Al centro — el hombre la miró de forma interrogante— si mi hijo no quiere entender, entonces tendré que hacer entender al muchachito ese.

Asintió y colocó la dirección en el GPS, esa que marcaba el café de Taehyung.

Mismo que estaba allí admirando lo lindo y cómodo que se sentía su emprendimiento, y es que ver los rostros de las personas, el cómo disfrutaban de los postres y las bebidas, ya fueran frías o calientes.

Ajeno al huracán que se avecinaba, ese que se estacionó afuera y bajo con la decisión reflejada en sus ojos, de ese lugar no se iría sin terminar con lo que fuera que su hijo tenía con aquel insignificante niño.

— Buenos días, me llamo...

— Busco a Jimin — dijo, de forma seria, cortando al chico que se sintió al tímido ante la imponente mujer—. Sé que está aquí, llámalo— autoritaria.

Asintió y se fue hasta el otro extremo del café donde Jimin estaba atendiendo a una pareja. Giró lento y, en cuanto vio la vio, supuso que serían problemas.

Como también lo sintió Tae al reconocer a la mujer.

— Carajo — murmuró, camino hasta el mostrador para tomar su móvil y llamar a Jungkook— responde Kook — nervioso, viendo como el menor caminaba a su final — amor.

~Hola hermoso como...

— Kookie escucha, necesito que traigas a Yoongi al café, ahora!— recalcando su voz en el ahora.

~¿He? A Yoongi...

— Si a Yoongi y a la armada si es posible — volvió a mirar al par notando como la mujer se ponía un tanto roja de cólera — la señora Min está aquí hablando con Jimin — y solo eso necesito Jungkook para atar cabos.

~ Vamos para allá, amor — asintió y cortó, tomó un par de inhalaciones y caminó con algo de temor hasta donde esos dos parecían estar dándose con todo.

— Jimin pasa algo...

— No sé qué clase de persona cree que soy, y sinceramente no me importa — dijo el menor, molesto —. No me avergüenzo de mi pasado, no me duele, y aun así Yoongi me quiere en su vida, pues ¿qué cree?—la mujer apretó los labios —. Me quedaré a su lado, así a usted le arda su fino culo, señora.

Y es que había un detalle que a la señora Min no le dijeron, que aquel jovencito tenía carácter, uno que estaba aprendiendo a conocer.

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.Quien Dijo Casualidad?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora